sábado, 18 de abril de 2009

la cultura griega


La Cultura Griega.

La colonización, que provocó tan grande transformación en la vida económica y en la estructura de la sociedad griega, influyó también en la evolución espiritual del pueblo heleno. En el terreno intelectual se produjo el despertar maravilloso de nuevas ideas. Hasta entonces los griegos lo habían explicado todo por la mitología. Ahora surgió una serie de inquietos pensadores, a quienes aquellas explicaciones parecieron insuficientes, y pusieron en juego su razón para buscar soluciones que se adaptaran mejor a las exigencias de sus espíritus curiosos. Así nacieron la Ciencia y la Filosofía.


Una de las figuras dirigentes de este movimiento fue Tales de Mileto, que vivió en esta próspera ciudad de Jonia a fines del siglo VII a.C. Tales había observado y estudiado atentamente el movimiento de los astros. Valido de sus conocimientos, logró predecir un eclipse solar, aclarando así la naturaleza de un fenómeno cuya misteriosa producción había dado asidero, durante siglos, a toda clase de supersticiones.

Muchos otros pensadores deben ser mencionados, además de Tales. Pitágoras de Samos que enseñó en la Magna Grecia y es reputado como uno de los grandes matemáticos de la antigüedad; Anaximandro y Anaxímenes de Mileto, Xenófanes o Jenófanes, Hecateo. Este último fue geógrafo que hizo una descripción completa de la Tierra o, por lo menos, del mundo conocido en su época.

En la literatura se advirtió una transformación fundamental, consistente en el nacimiento de la poesía personal e íntima. Las obras de Homero eran relatos en los que el poeta no ponía en juego nunca sus propios sentimientos ni hablaba de sí mismo. Esta poesía personal es conocida con el nombre de poesía lírica y los poemas se cantaban con acompañamiento de flauta o de lira. La poesía lírica tenía varias aplicaciones y adoptó varias formas. Tirteo escribió emocionantes canciones militares. Alcman compuso poemas maravillosamente límpidos y alegres. Alceo de Mitilene, Safo de Lesbos y Anacreonte de Teos cantaron especialmente al amor.


Las artes plásticas en las que el genio griego había de revelar sus más admirables condiciones, nacieron, verdaderamente, durante la época de la colonización. En la escultura, el proceso fue muy lento: las estatuas anteriores al siglo VI a.C son de una ejecución realmente primitiva. El cuerpo humano aparece rígido. Y es en el curso de dicho siglo que se advierten los primeros progresos, todavía muy leves, pero que preludian ya la perfección acabada que la estatuaria griega habría de alcanzar un siglo más tarde.

La arquitectura adelantó más rápidamente que la estatuaria. Hasta fines del siglo VII a.C los edificios religiosos fueron construidos con madera y ladrillos. En el curso de los dos siglos siguientes, la piedra sustituyó a los primitivos elementos y se modificaron las formas arquitectónicas. Estos templos de piedra adquieren ya, en el siglo VI a.C las características que habrían de ser definitivas en la arquitectura religiosa griega. Poco faltaba para llegar a los templos de mármol del siglo V a.C majestuosos y perfectos en su simplicidad. En la cerámica es donde se manifestó, primeramente, el genio artístico de los griegos. A partir del siglo VI a.C adquiere tal perfección que puede ser comparada con ventaja a la de la época cretense.
La colonización amplió, de modo extraordinario, la extensión del mundo griego, multiplicando a lo largo de las costas del mediterráneo el número de pequeños estados independientes. Pero, en cambio, consolidó los lazos espirituales de unión entre todos los griegos. Su religión, sus costumbres, sus ideas siguieron siendo siempre esencial y profundamente helénicas. Un griego de masilia o de Cirene, en nada se diferenciaban de uno de Atenas o de Corinto. Una íntima unión cultural, un sentimiento poderoso de helenismo existió, pues, por sobre las diferencias políticas que separaron a las ciudades griegas.


Esparta y Atenas
No toda Grecia reaccionó del mismo modo frente a la matanza dórica a raíz de las invasiones en el 1.200 a.C., ni sobrevivió a la Época Oscura de manera parecida. La historia primitiva de dos de las influyentes ciudades-estados y tuvo gran importancia. Es curioso que al principio la primera de ellas no fuera muy importante y la otra puede ser que no existiera en los tiempos micénicos. No obstante, lo que les ocurrió a Atenas y Esparta en la Época Oscura preparó el escenario para los papeles que iban a representar después en la Edad de Oro de Grecia y que, paradójicamente, aseguró el término de aquella gran edad.
Esparta, asentada por los dorios en el lugar de lo que debió haber sido una villa minúscula, estaba destinada a permanecer esencialmente dórica en su perspectiva. Atenas mantuvo a raya a los dorios y pudo ofrecer refugio a sus compañeros micénicos que escapaban de los invasores. En la repleta ciudad se conservaron elementos del espléndido pasado, sobre los que algún día habría de construirse un futuro glorioso. Atenas pudo rechazar a los invasores dorios porque estaba situada en una fortaleza natural, la pétrea Acrópolis-del griego acro: alto, polis: ciudad.


La vida en Esparta
En el siglo VIII a.C. los espartanos se apoderaron de la tierras vecinas de Mesenia. Medio siglo después una sublevación de Mesenia colocó a Esparta al borde de la ruina. Varias ciudades del Peloponeso ayudaron a los rebeldes, pero los espartanos, después de esfuerzos desesperados, sofocaron la sublevación. Desde entonces, el temor a nuevas revueltas obsesionó a la aristocracia dominadora de Esparta, que reorganizó por completo la vida espartana sujetándola a una dura disciplina militar.
Durante un periodo de tiempo Esparta se convirtió en uno de los centros más brillantes de la cultura que floreció al final de la Época Oscura. Pero cuando las guerras se convirtieron en un afán de dominio en el Peloponeso, todo eso desapareció. Desde la edad de siete años los niños era adiestrados para la guerra. La vida de hogar prácticamente no existía. Los hombres comían en una mesa común, no podían casarse antes de los 20 años y no podían convivir con sus esposas hasta los 30 años. Pasada esta edad se les permitía tener un hogar, pero sus hijos pertenecían al Estado.
El rígido conservadurismo de Esparta perpetuó su antigua monarquía dualista. Tampoco adoptó el comercio en gran escala y prefirió continuar como una sociedad agraria dependiente del trabajo de sus siervos.
La sociedad estaba dividida en tres clases: Espartanos, que constituían la aristocracia; Periecos o laconios, descendientes de los vencidos, pero que conservaban ciertos derechos; y los Ilotas, que eran los esclavos de la tierra.
La vida en Atenas
Los atenienses habían aprendido en qué consiste el "deleite de vivir". Como la mayoría de los griegos, los atenienses profesaban su amor al ocio, y siempre había tiempo para una buena charla, o participar en un banquete. Después de haber abandonado la libertad del periodo infantil, los niños atenienses eran educados estrictamente. Desde los 7 a los 18 acudían a escuelas particulares, donde aprendían a leer, a escribir, aritmética, poesía y música. La sociedad estaba organizada básicamente como un mundo de hombres.
Forma de gobierno: Atenas, como casi todas la polis a excepción de Esparta y Tesalia, pasaron por las siguientes etapas de evolución política: monarquía patriarcal, aristocracia, plutocracia, dictadura legal, tiranía y democracia.
Los repetidos choques entre aristócratas y ciudadanos comunes dieron origen a un código legal escrito. El más antiguo data del siglo VII a.C. Uno de estos códigos, preparado para Atenas por un hombre llamado Dracón en el 621 a.C., resultó tan riguroso que el adjetivo "draconiano" se hizo sinónimo de extrema crueldad. Más tarde el poeta Solón, que vivió desde el 640 al 560 a.C. divulgó una filosofía de reforma social a una ciudad desgarrada por las disensiones y, consiguió algunas de sus reformas cuando fue jefe del Estado.
Desde 561 al 527 a.C. Atenas estuvo gobernada por un tirano con talento, Pisístrato. Muchos de aquellos tiranos fueron excelentes soberanos y llevaron a sus Estados a la grandeza política-cultural.
Pisístrato embelleció la ciudad y comisionó a un cuerpo de eruditos al preparación de un texto definitivo de la Iliada y la Odisea. Cuando murió lo sucedieron sus hijos Hipias e Hiparco. En el 507 a.C. la constitución ateniense fue revisada por un brillante reformador, Clístenes, que le imprimió un franco sentido democrático. También estableció el ostracismo por el cual la asamblea podía votar el destierro por diez años de todo ciudadano que por su prestigio e influencia amenazara convertirse en tirano.
El pueblo ateniense estaba dividido en tres clases distintas: ciudadanos, metecos, o extranjeros avecindados en Atenas y esclavos. La esclavitud fue, puede decirse, el denominador común de las sociedades antiguas. En el año 506 a.C. los espartanos invadieron Atica pero los atenienses los rechazaron. Luego surgió un nuevo problema que acaparó la atención de los griegos: el de sobrevivir a la Guerras Médicas (guerras con Persia).
La decadencia de Grecia
Además de la increíble energía desplegada en los asuntos del entendimiento y del espíritu, la Atenas de Pericles estaba también muy ocupada en extender su comercio y su influencia política. Se había establecido firmemente como potencia marítima, y comenzaba a dirigir sus codiciosos ojos sobre sus vecinos continentales. Los estados griegos que hasta entonces habían mantenido entre ellos un precario equilibrio de poder, fueron arrastrados hacia uno de los campos -el de Atenas o el de Esparta- y pronto la guerra se hizo inevitable.





Guerra del Peloponeso
La Guerra del Peloponeso comenzó el 431 a.C y duró, aparte de un pequeño periodo de paz, hasta el 404 a.C. Era el preludio de la decadencia política de Grecia, que culminaría en el siglo IV a.C. Fue una guerra larga, amarga y desmoralizadora, y terminó en desastre para Atenas. Y sin embargo, durante ella e incluso después de terminada, Atenas continuó siendo el manantial de la vida intelectual y artística griega, produciendo comediógrafos y filósofos cuya contribución a la riqueza del espíritu era diferente que la de la época de Pericles, si bien igualmente extraordinaria. Durante las peores fases de la guerra. Atenas construyó dos de los templos más bellos de la Acrópolis, el Erecteión y el dedicado a la diosa alada de la Victoria o Niké.

Al comienzo de la guerra en el 431 a.C, Grecia estaba subdividida en dos. La Alianza Espartana comprendía la mayor parte del Peloponeso, el itsmo de Corinto y Megara. El Imperio Ateniense abarcaba las islas del Egeo y el litoral de Asia Menor. Corinto indujo a Esparta y a los demás miembros de la Liga a romper la paz. Tucídides, historiador y marino, que fuera condenado a muerte por no liberar con su flota a Antípolis, escribió una soberbia narración de este conflicto entre griegos. Muerto Pericles durante la gran peste que asoló a Atenas, tomó el mando del partido popular un aristócrata llamado Alcibíades.Este indujo a los atenienses a declarar la guerra a Siracusa, aliada de Esparta, sin calcular las verdaderas posibilidades de la empresa. La expedición marítima resultó un fracaso y Alcibíades, que había huido a Esparta ante una acusación de sacrílego contra imágenes del dios Hermes, aconsejó a los espartanos, lo que había de causar serio perjuicio a Atenas.
En el año 413 a.C la batalla de Siracusa termina con la derrota de Atenas. Finalmente, la guerra se decidió en la batalla de Egeos Pótamos, puerto de Tracia, donde el espartano Lisandro destruyó, en el 405 a.C a la marina ateniense mientras las tripulaciones estaban en tierra comiendo tranquilamente. Atenas se rindió a Lisandro en abril del 404 a.C. Por las cláusulas de la paz concertada perdió todas sus posesiones extranjeras, su flota quedó confiscada, accedió a destruir las murallas de Pireo y las Murallas largas entre Pireo y Atenas, y se doblegó a ser aliada de Esparta.
Esparta y Tebas
Los espartanos impusieron en la democrática Atenas y en las otras ciudades, gobiernos oligárquicos y afectos a Esparta. El de Atenas, formado por treinta miembros, se conoce con el nombre de "treinta tiranos".
Esparta fue la potencia dominante en la Hélade desde el año 404 a.C, al 379 a.C., pero su hegemonía no estaba llamada a perdurar. Agesilao, rey de Esparta, quiso ampliar la dominación espartana por el lado de Asia Menor. Agesilao desembarcó en Efeso, y batió a los sátrapas persas. Pero el Gran Rey, en lugar de defenderse con su ejército, lo hizo con su oro que derramó en Grecia para fomentar el sentimiento de rebeldía, ya latente, contra Esparta.
La ciudad de Tebas, en Beocia, tomó la iniciativa organizando una coalición contra los espartanos. Tebas disponía de dos hombres de genio: Pelópidas y Epaminondas. Ambos aseguraron la hegemonía de su patria derrotando a los espartanos en las batallas de Leuctra -371 a.C.- y Mantinea -362 a.C. La supremacía de Tebas duró nueve años. Y declinó rápidamente con la desaparición de sus dos grandes jefes militares. Tebas mantuvo su categoría de capital política de Beocia, pero fuera de esa región perdió la preponderancia de que había gozado. Esparta reconstruyó su hegemonía en el Peloponeso, y Atenas conservó su nuevo poderío naval, recientemente logrado.
La Hélade, pues, permanecía dividida, sin que ninguna de sus ciudades tuviera la fuerza suficiente para adquirir influencia general y dominadora. En esos momentos empezaba a formarse en el norte el poderío macedónico, ante el cual tendrían que someterse las ciudades-estado de Grecia.
Esplendor de la filosofía
Los dos rasgos más característicos del genio griego fueron, sin duda, su amor a la belleza y su intensa curiosidad intelectual. Su sensibilidad para lo bello se materializó como se ha visto, en admirables realizaciones artísticas. Su curiosidad intelectual se tradujo en un incesante estudio de los problemas concernientes al universo y al hombre. Por ello los griegos fueron los grandes propulsores del desarrollo del espíritu científico y filosófico, pues su avidez de saber no dejó de abordar ninguno de los grandes problemas que la naturaleza plantea al hombre. Después del año 404 a.C. Atenas ya no volvió a recobrar la gloria de la época de Pericles. Sin embargo, sus logros durante la centuria que siguió a la guerra, si bien menos gloriosos, no fueron menos sorprendentes. Con Platón y Aristóteles produjo -Sócrates es anterior- dos de los pensadores más extraordinarios que jamás hayan vivido: los sistemas de pensar de Platón y de Aristóteles son el fundamento de una gran parte de la Filosofía occidental. La Atenas del siglo IV también elevó la oratoria a un arte. Demóstenes fue el más grande de todos los oradores griegos.
Sócrates: (469-399 a.C): El sofismo había degenerado a tal punto, que la oratoria fue aprovechada para defender con brillantes frases cosas falsas e injustas. Después de haber tratado los filósofos de conocer la verdad suprema por medio de la razón sin conseguir su propósito, se impuso el escepticismo, afirmando los sofistas que la razón era incapaz de conocer la verdad. Sócrates fue el primero en reaccionar. Dedicó su vida a plantear, incesantemente, a sus conciudadanos atenienses los problemas más íntimos del alma: qué es la virtud, en qué consiste la felicidad.
Sócrates no fue un maestro profesional que enseñase para lograr una remuneración material, sino que lo hacía simplemente, impulsado por su afán de difundir ideas que conceptuaba justas y nobles. En el Agora, controvertía con los atenienses sobre los temas de su predilección y se ingeniaba para refutar los argumentos de sus contrarios hasta que éstos se viesen obligados a proclamar, por sí mismos, lo que Sócrates deseaba. La principal enseñanza socrática consistió en la afirmación de que a la virtud se llega por el conocimiento. "Conócete a ti mismo", decía su máxima favorita, que completaba con esta otra:"Sólo sé que nada sé".
En el año 399 a.C fue acusado por sus enemigos de introducir dioses extraños y de corromper a la juventud, por lo que fue llevado a juicio. Sócrates se hubiera podido salvar retractándose o admitiendo que había faltado, pero rehusó hacerlo. Por el contrario, se opuso a los jueces defendiendo sus propias actitudes con un discurso que consideraron arrogante. Atenas lo condenó a muerte ordenándole beber cicuta. Mientras el veneno iba haciendo su efecto. Sócrates, sentado, hablaba tranquilamente con un grupo de sus amigos. La conversación fue tomada por su discípulo Platón, que aclamaba a Sócrates como al "hombre más sabio, mejor y más justo", que jamás haya vivido, como a un santo y a un mártir. La filosofía presocrática fue dogmatiza y se ocupó, sobre todo, de la Naturaleza; la de Sócrates, crítica, y trata del hombre y de la moral. Entre lo poco que con precisión conocemos de su doctrina, se sabe que dijo:"La virtud es esencia".
Platón (429-347 a.C): también ateniense y discípulo de Sócrates, fue uno de los grandes filósofos de la Hélade. Durante ocho años siguió las lecciones de Sócrates -tenía 30 años de edad cuando murió su maestro-, y luego abandonó Atenas. Viajó intensamente a su regreso a la ciudad natal en el 385 a.C fundó una escuela en el jardín denominado Academo -a la escuela se la denominó Academia-, en donde profesó hasta su muerte.
Platón fue un profundo pensador y además, un fino escritor. Compuso infinidad de libros, en los que pedirán sus enseñanzas. Entre los principales se destacan: "Los diálogos" y "La república". Este último es un comentario sobre la forma ideal de Estado. En "Los diálogos", Platón desarrolló la parte más esencial de sus doctrinas. Sostiene allí que los hombres, prisioneros de sus sentidos, no alcanzar a percibir la exacta realidad de las cosas. Las cosas que se ven y se sienten, decía Platón, no son más que reflejos de modelos perfectos y eternos que llama ideas y formas, las cuales sólo son perceptibles por medio del espíritu y no por los sentidos. La más perfecta de esas "ideas" es Dios, que ha creado el Universo, y a su conocimiento sólo puede llegarse por la superación del espíritu.
Aristóteles (384-322 a.C): Originario de Estagira, ciudad griega del litoral de Macedonia, se radicó desde muy joven en Atenas donde por varios años se incorporó como discípulo a la Academia de Platón. A la muerte de éste, fundó su propia escuela llamada "Liceo", por el nombre de gimnasio y parque en que paseaba y conversaba con sus discípulos. Estos también fueron llamados "peripatéticos" -del griego-: los que pasean alrededor-, porque a menudo Aristóteles les impartía sus enseñanzas caminando con ellos.
Aristóteles fue, más que un filósofo, una verdadera enciclopedia humana, en quien se resumió todo el saber de su época. Escribió libros sobre astronomía, sobre la naturaleza del alma, sobre zoología, sobre botánica, sobre las virtudes y los vicios, sobre oratoria, sobre arte y sobre política. La grandeza de Aristóteles no radicó sólo en su saber universal, sino también en su capacidad para analizar de modo lógico y claro, todos los temas que abordó.
Enseñó reiteradamente a pensar sobre el pensar y, como ningún otro filósofo antes que él, profundizó el estudio de la lógica, o sea de la ciencia del razonamiento. Su tratado de Lógica fue considerado durante siglos como la obra más completa escrita sobre el razonamiento humano, y a ella debió en gran medida su inmenso prestigio. También como Platón, escribió Aristóteles una obra "La Política", en la que se analizó la estructura del Estado, pero más que investigar cuál debía ser la forma ideal de Estado, como Platón lo hiciera en "La República" describió cuidadosamente los variados tipos de gobierno a que pueden ajustarse las comunidades humanas. En sus múltiples libros, Aristóteles reveló un minucioso temperamento objetivo de análisis y clasificación, que hace de él uno de los grandes precursores de la ciencia moderna.

El pensamiento filosófico griego tuvo también representantes eminentes en las personas de Epicuro, Zenón y Pirrón, creadores del epicureísmo, estoicismo y escepticismo,respectivamente.

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