sábado, 18 de abril de 2009

Historia del Imperio Romano

Historia del Imperio Romano.

La República (509 adC - 27 adC) fue una etapa de la antigua Roma en la cual la ciudad de Roma y sus territorios mantenian un sistema republicano de gobierno.
En circunstancias históricas poco claras, la monarquía romana fue abolida el 509 adC, y sustituida por la República. Una característica del cambio fue que la administración de la ciudad y sus distritos rurales quedó regulada en el derecho de apelar al pueblo contra cualquier decisión de un magistrado concerniente a la vida o al estatuto jurídico.
La administración ejecutiva quedó dotada de Imperium o poder omnímodo el cual tenía un origen religioso que arrancaba del propio dios Júpiter. Los magistrados dotados de imperium eran los cónsules, pretores y, eventualmente, los dictadores. Sin embargo, el imperium sólo se ejercía extra pomoerium, es decir, fuera de las murallas de Roma. En consecuencia, tenía un carácter esencialmente militar. En la ciudad en sus funciones civiles, los magistrados estaban sometidos a limitaciones legales y controles mutuos.
Reformas políticas
Tras la caída de la monarquía se estableció en Roma un régimen aristocrático dirigido por unos cuarenta gentes, posiblemente antiguos auxiliares y afectos al rex etrusco.
El grupo oligárquico que arrebató el poder al rex lo organizó en beneficio propio, abundando en esta época las luchas entre los propios patricios por el poder personal. Este confuso período dio origen a la implantación de la Dictadura, y los jefes militares trataron de alcanzar el poder apoyándose unas veces en la plebe y otras en la fuerza de las armas y la invasión de Roma por pueblos enemigos. Otras veces, la pugna por el poder se efectuaría mediante la prórroga de los cargos políticos excepcionales (decemviri), encargados de redactar la Ley de las XII Tablas, Lex duodecim tabularum.
El nuevo sistema político que se instaura se llamará Respublica de Res populica, «la ley del populus» (no de la plebe que eran tan sólo una clase social).
La Respublica se opone a la res privata y al Regnum, propiedad del rex.
Dentro de la historia de la constitución de la República cabe distinguir tres etapas:
siglo VI adC
En esta etapa, el poder era detentado por los patricios, siendo conocido como el Estado Gentilicio. Bajo este tipo de gobierno, la plebe quedaba excluida del gobierno y carecía de derechos políticos. Así, el Estado Gentilicio, que es la primera etapa de la República romana, no fue un Estado Ciudadano ya que no todos los cives tenían igualdad de derechos y deberes. Este tipo de gobierno fue la causa de una lucha dramática de los plebeyos para conseguir derechos políticos. Esta lucha duró has finales del siglo IV adC.
siglo III adC
La república alcanzó su equilibrio en el siglo III adC. En este siglo tiene su origen el Estado Patricio-Plebeyo, esto es, aquel en que patricios y plebeyos gozarán por igual, de derechos políticos y ciudadanos.
Las dictaduras
La última etapa de la República se corresponde con las dictaduras de Mario, Sila y los triunviratos, que direon paso al Principado, primera etapa imperial de Roma.
Los órganos políticos del nuevo régimen son las magistraturas, el Senado y las Asambleas Comiciales.
La Magistratura es un cargo original de la República. La jefatura que ostentaba el rex fue sustituida por magistrados colegiados y temporales llamados Cónsules (en número de dos), a los que se le podía exigir responsabilidad por su tarea de gobierno. Otra característica de la magistratura es la intercessio o poder de veto que tenía un magistrado con respecto al otro.
El Senado es el segundo pilar de la constitución de la República, tenía una gran importancia en razón de que era el órgano político que exigía responsabilidades a los cónsules. Originariamente el Senado estaba formado sólo por patricios, pero a partir de la Lex Ovinia del año 312 adC se admitió a los primeros senadores plebeyos. La auctoritas del Senado daba validez a los acuerdos tomados en las asambleas populares. También el Senado resolvía los casos de interregnum, situación que acontecía cuando moría uno de los cónsules. Fue tan importante en esta época que se comparaba al Senado con una «asamblea de reyes».
Las nuevas asambleas populares llamadas Comitia Centuriata, nacieron como órgano típico de la República, por necesidades militares, en íntima conexión con la expansión de la civitas y con la llegada a Roma de un nuevo concepto de táctica militar. En la época Monárquica el ejército se integraba, sólo por miembros de las antiguas gentes. Desde época republicana el sistema de reclutamiento y de táctica será un sistema plutocrático; esto es, según la riqueza de cada habitante de la ciudad; en una primera época sólo se estimaría la riqueza inmobiliaria y la mobiliaria en la época más tardía. El armamento de cada ciudadano dependerá de la riqueza de cada uno. Los romanos se van a distribuir en una escala de grupos o clases como base para el reclutamiento. Dentro de cada clase se agrupan un determinado número de centurias de seniores y otro número igual de iuniores.

El sistema asambleario
Los plebeyos en las Curias
Una vez abolida la monarquía, las curias, formadas por patricios y plebeyos (es decir aquellos que tenían ciudadanía romana y aquellos que no la tenían, con exclusión de los esclavos y los extranjeros) mantuvieron sus atribuciones legislativas. Desde el 493 adC. la plebe, reunida en Asamblea, pudo emitir un voto regular, perdiendo importancia las Asambleas de Curia donde los patricios y plebeyos se reunían conjuntamente.
No obstante, inicialmente, los Comicios Curiales conservaron la importancia que tenían con la monarquía.
Comicios Curiales y Comicios Centuriados
Pero los Comicios Curiales perdieron atribuciones en favor de la nueva división por ciudadanos sujetos al servicio militar o Centurias. Así hubo un fraccionamiento de las funciones de los Comicios o Asambleas Curiales en favor de los Centuriados.
Los Comicios o Asambleas Curiales conservaron las siguientes funciones:
Actos formales o que interesan solo a particulares.
Recibir juramentos de fidelidad de cónsules y dictadores.
Autorizaciones para testar (Adrogación).
A las Asambleas o Comicios Centuriados correspondió:
La elección de cónsules y senadores y después también otros magistrados (si bien, algún tiempo después, la elección de cuestores, ediles y otros magistrados inferiores paso a los c-micios por tribus)
La declaración de guerra y aprobación de acuerdos de paz.
La admisión o rechazo de leyes.
Las apelaciones en causas criminales.
Las votaciones en los Comicios Curiales eran igualitarias. Cada padre de familia un voto. La admisión de los plebeyos había dado la mayoría a las capas humildes. Por esto las reformas tendieron a quitar poderes a estas Asambleas en favor de los Comicios Centuriados, donde no era preponderante la influencia de la nobleza o patriciado, pero si de los ricos, y donde se votaba por centurias (cada centuria un voto); al votar las seis centurias de caballeros (de familias distinguidas) las primeras, decidían casi siempre la votación. Las centurias de caballeros y las de primera clase reunían la mayoría. Además todas las votaciones de los Comicios Centuriados debían ser refrendadas por la Asamblea de Patricios.
La entrada de los plebeyos (o sea no ciudadanos) en las Curias, les concedía algunos derechos de ciudadanía, pero no eran elegibles para funciones civiles o sacerdotales, ni tenían derecho a las tierras comunales de pastos. Se permitió a los plebeyos asumir los cargos militares, y, como luego veremos, se les reservaron puestos en el Senado, además de permitir su voto en los Comicios Curiales (voto que perdió su importancia, al perder atribuciones dichos comicios ). Pero existía aun una gran diferencia entre ciudadanos patricios y no ciudadanos plebeyos y la prohibición de matrimonios entre ambas clases se mantuvo.
La nueva división por tribus
Las cuatro primeras tribus o distritos representaban a las antiguas circunscripciones de la ciudad y alrededores. Otras dieciséis comprendían los campos o Pagos (Pagi) ocupados desde hacía tiempo por familias romanas. Y el último correspondía al distrito de Crustumerium, lugar elegido por los plebeyos para fundar una nueva ciudad.
Los votantes en las Asambleas de Tribu y los de las Asambleas por Centurias eran básicamente los mismos: todos los domiciliados en cada tribu, patricios o plebeyos, votaban por tribus, y de ellos los aptos para el servicio militar en las Centurias. Pero en las votaciones por tribus desaparecía la distinción entre grandes y pequeños propietarios, y los ricos no votaban los primeros. Además los Tribunos dirigían la Asamblea y las votaciones.
Estas Asambleas por Tribus fueron reconocidas formalmente como validas por la Ley Icilia (492 adC) aunque sus votaciones (Plebiscita = lo que agrada al pueblo) no tuvieron fuerza de Ley. Con el tiempo, sin embargo, las votaciones tribunicias acabaron adquiriendo rango de ley.
El 486 adC el cónsul patricio Espurio Casio intento un reparto de tierras, poner fin al sistema de ocupaciones, y retener una parte de las tierras con un censo en favor del Tesoro. Pero la nobleza patricia se opuso tenazmente y Casio murió, abandonándose la Ley, pero haciendo crecer la oposición de los plebeyos que desde entonces aprovecharon cualquier ocasión para incrementar el poder de los tribunos, mientras la nobleza intentaba destruir la institución.
Hacia el 481 adC se privó a uno de los cónsules (al menos) del derecho de designar sucesor para que el pueblo lo eligiera en los Comicios Centuriados. El mismo año un Tribuno llamado fue asesinado el mismo día que iba a lanzar la acusación contra los dos cónsules. Hacia el 471 adC. lo más tarde, el número de Tribunos pasó de dos a cinco, quizás en ocasión de la aprobación de la Ley Publilia que concedió la elección de los Tribunos a los Comicios Tribunados (Comitia Tributa) quitándosela a los Comicios Curiales. El 457 adC. el número de Tribunos paso de cinco a diez.
Los plebiscitos
El plebiscito fue en su origen, una decisión adoptada por la plebe en exclusiva, sin intervención de los patricios. La Asamblea estaba presidida por un plebeyo, un tribuno popular o un edil popular. Todos los votantes eran plebeyos, y la norma votada era solo para los plebeyos no obligando a nadie más. El acuerdo adoptado es solo un acuerdo (scitum) y la Asamblea no tiene el carácter de comicios sino de consejo (concilium). A diferencia de las leyes, no precisa de los auspicios previos, ni tampoco de refrendo del Senado.
La Ley de las XII Tablas
La ley de las XII Tablas (lex duodecim tabularum o duodecim tabularum leges) fue un texto legal que contenía normas para regular la convivencia del pueblo romano. También recibió el nombre de ley decenviral. Por su contenido se dice que pertenece más al derecho privado que al derecho público.
La ley se publicó al principio en doce tablas de madera y, posteriormente, en doce planchas de bronce que se expusieron en el foro. Debido a que no queda vestigio alguno de su existencia, algún autor ha llegado a sugerir que no existieron.
Su desaparición puede explicarse por el saqueo que sufrió Roma hacia el año 400 a. de C. por parte de los galos. Se cree que se destruyeron y, por algún motivo, no se reprodujeron con posterioridad. Esta última teoría parece estar apoyada por las abundantes referencias que de ellas hacen los autores antiguos.
El historiador Tito Livio dijo de ellas que eran la fuente de todo el derecho romano, tanto público como privado. Por su parte, el orador y abogado Cicerón afirmó que los niños aprendían su contenido de memoria.


Elecciones
Desde mediados del Siglo V. a.C. la nobleza empezó a practicar acciones fraudulentas: para asegurar el triunfo de un patricio en una votación presentaban a varios candidatos plebeyos (dividiendo entre ellos el voto plebeyo); se impedía con coacciones u otros medios, la presentación de candidatos plebeyos populares que pudieran hacer sombra a un candidato patricio; y si todo fracasaba se anulaban los comicios por los sacerdotes, alegándose alguna infracción religiosa.
Por tanto, aunque desde el 445 adC. los plebeyos podían ser elegidos Tribunos Militares con potestad consular, y desde el 421 adC. podían ser elegidos Cuestores Militares, ningún plebeyo resulto elegido hasta pasados muchos años. El primer cuestor militar plebeyo fue elegido el 409 adC. y el primer Tribuno Militar con potestad consular fue elegido el 400 a.C.
Las asambleas
Las Asambleas ciudadanas conservan el poder pero desde el 449 adC la ley estableció idéntico valor para los Comicios Centuriados y los Tribunados, salvo en la elección de cónsules y censores, que correspondería exclusivamente a las Centurias, donde no se votaba por individuos como en las Tribus, sino según la riqueza (para votar en ambos comicios era necesario ser propietario). Las modificaciones legales de Quinto Fabio Ruliano aseguraron la preeminencia de los propietarios en las tribus (que habían pasado a ser 31 el año 241 adC), y estableció el servicio militar para los hombres libres no propietarios, a los que se permitió entrar en las centurias.
Los cargos electivos aumentaron. El 362 adC el pueblo designaba a los tribunos de una de las legiones. El 301 adC ya designaba a los de cuatro legiones.
Las nuevas magistraturas
El régimen republicano trajo consigo cambios esenciales en el ámbito político. El poder antes concentrado en la figura del rey (rex) pasó a ser ejercido por una serie de cargos llamados magistrados. Estos funcionarios eran elegidos por las asambleas en los Comicios, celebrados anualmente.
Véase también: Magistraturas romanas
Desde el 342 adC. se prohibió la reunión en una misma persona de varios cargos curules, y el desempeño de la misma magistratura antes de diez años de haberla desempeñado por primera vez. La censura, que de hecho había pasado a ser la magistratura más importante, aunque no lo era de derecho, no podía ocuparse dos veces. Aunque estas disposiciones fueron infringidas en alguna ocasión, en general se respetaron.
El Consulado
Las funciones del antiguo monarca fueron ocupadas por dos magistrados anuales, llamados Colegas (cónsules) con iguales plenos poderes cada uno. De todas las magistraturas de la República ésta era la más importante.
Su fecha de entrada en funciones era variable, no siendo habitual la fecha de 1 de marzo (inicio del año), pues en general al concluir su mandato justo al año de su nombramiento, sus funciones se prolongaban unos días hasta la ceremonia de renuncia, formal, oficial y solemne. El cónsul, al terminar su función, estaba sometido a la ley.
Los reyes disponían del derecho de hacer cultivar sus tierras mediante prestaciones impuestas a los ciudadanos, y los no ciudadanos eran de hecho clientes de los monarcas. Estos dos derechos desaparecieron, y ya no fueron poseídos por los cónsules.
En materia judicial, en los delitos que comportaban multas fuertes o penas corporales, el rey debía juzgar al acusado, y decidía si tendría derecho a apelación y al indulto. La Ley Valeria (509 adC) obligaba a los cónsules a conceder la apelación a todo condenado con penas corporales o con la pena capital, salvo que la sentencia hubiera sido dictada por tribunales militares. Más tarde (hacia el 451 adC) la obligación se extendió a las multas fuertes.
La Dictadura
Eventualmente, siempre en casos graves, las funciones de los dos cónsules podían ser asumidas por un único magistrado, con el título de Dictador, funciones que se ejercían por un período de seis meses o hasta que cumpliera la misión extraordinaria para la que había sido nombrado, si la cumplía antes de los seis meses. Sin embargo, estos seis meses eran prorrogables una única vez durante otros seis. Un dictador ostentaba el poder de cualquiera de los cónsules, pues estos disponían de todo el poder individualmente, y aunque podían repartirse las funciones, también podían ejercerlas en su totalidad cada uno de ellos. El dictador se diferenciaba en que no tenía el contrapoder que representa un magistrado con idénticas funciones. Sin embargo, estaba habitualmente asistido por un magister equitum, o jefe de la caballería, al que no podía revocar el dictador.
Los Cónsules eran patricios. Si algún cónsul se enfrentaba a su clase, los sacerdotes (también patricios) podían crearle muchas dificultades, además de que su magistratura podía ser suspendida nombrándose a un dictador. Por otra parte, su corto periodo de magistratura, al final de la cual volvía a ser un simple ciudadano que debía obedecer a los nuevos magistrados, le impedían de hecho cualquier decisión contraria a su clase. Pero para más seguridad se estableció la costumbre de que las decisiones de los Cónsules debían ser refrendadas por el Senado, permitiendo a este controlar todos los tratados políticos, la administración, la división de tierras públicas y en general todos los actos que trascendían más de un año; incluso el Tesoro Público no puede ser tocado por el cónsul, o en su caso por el dictador, sin permiso del Senado. La administración de las arcas del Estado fue confiada a dos funcionarios permanentes (Cuestores), nombrados por los cónsules pero sujetos a las órdenes del Senado.
El consulado fue perdiendo atribuciones en favor de otras magistraturas menores, cuyos titulares eran elegidos en las Asambleas (incluso el nombramiento de Dictador paso al Senado). Las tres funciones principales del Estado se dividieron: un cónsul tenía el poder ejecutivo, otro el militar, y el pretor el poder judicial. Además los cónsules se dividían la autoridad en los territorios sometidos o provincias (de común acuerdo o por suertes).
La multiplicación de magistraturas dividía el Imperium, o sea el poder uno e indivisible que otrora tuvieron los reyes y que al principio de la República conservaron los cónsules. Cuando en casos excepcionales era designado un Dictador, solamente lo era para solventar una dificultad específica (conflictos religiosos, legales, militares, etc... pero no todos a la vez).
Los Censores
Cada cuatro años correspondía a los cónsules fijar los presupuestos, hacer las listas de los ciudadanos y la distribución de los Impuestos.
El años 435 adC (319 ab urbe condita) los Comicios Centuriados, a propuesta de la nobleza patricia de su seno, eligió unos nuevos magistrados, llamados Censores, que ejercían su cargo por un máximo de dieciocho años. Ello derivaba de la Ley Ovinia que, además reconocía el derecho a ser senador a los que habían desempañado una magistratura curul (Cónsules, dictadores, censores, pretores y ediles curules, es decir todos los que podían sentarse en una silla curul, silla que acompañaba al magistrado).
La Censura se convirtió pronto en una magistratura apetecible. A sus funciones presupuestarias, de listas y distribución de impuestos se agregó el derecho de proveer las plazas vacantes en el Senado y en el orden ecuestre, equites o revocar los senadores existentes (precisando para cualquiera de estos actos el acuerdo de ambos censores). Como la modificación de la composición del Senado se establecía cada cinco años, con motivo del censo, la duración mínima del cargo era de un lustro. De hecho, la gran cantidad de magistraturas curules hacía que buena parte de los Senadores ocuparan su cargo por haber ejercido tales funciones, o ejerciendo magistraturas no curules (Ediles del Pueblo, Tribunos del Pueblo y Cuestores).
Las facultades de los Censores fueron extendiéndose. A sus responsabilidades iniciales sobre el censo (listas de ciudadanos) y presupuesto, se añadió el nombramiento de las vacantes del Senado. Más tarde adquirieron aun nuevas atribuciones: los impuestos sobre el lujo, los castigos por hechos censurables o escandalosos (privación de derechos u honores políticos) y hasta la sanción del descuido en el cultivo de un campo.
La Censura duraba en esta época cinco años, pero los sucesores de cada censor podían renovar o aceptar sus normas (o bien anularlas). Ello colocó la magistratura en la escala más alta de consideración social.
Los Cuestores
En el año 421 adC existían cuatro Cuestores, todos ellos patricios: dos de ellos (Quaestores) ejercían por delegación de los Cónsules la administración del Tesoro Público; otros dos (Quaestores Militum) eran encargados de la caja militar, siendo nombrados por los Comicios Tribunados a propuesta de los tribunos de la plebe (pero de entre los patricios). La nobleza intento transferir el nombramiento de los Cuestores encargados del Tesoro Público, de los Cónsules a los Comicios Centuriados, pero fracaso y su nombramiento recayó en los Comicios por Tribus, que designaban también a los Cuestores Militares. A su vez estos dejaron de corresponder en exclusiva a los patricios, y desde entonces para el cargo de Cuestor del Ejército pudo ser elegido un plebeyo.
Los tribunos de la plebe
Los tribunos de la plebe, que en principio no eran magistrados, alcanzaron la consideración de tales ya desde poco después de su creación. Más tarde obtuvieron el derecho de asistir a las reuniones del Senado sin voto, y posteriormente el derecho de convocarlo y presentar mociones y hacer votar Senadoconsultos. Con ello adquirió una posición entre la aristocracia gobernante que le alejaba de sus primitivas funciones de auxilio a la plebe, que nominalmente conservaba pero que de hecho no ejercía. Llegado a este punto el tribunado no tenía sentido ni misión pero no fue abolido para no herir la sensibilidad de las capas humildes.
Magistraturas delegadas
En los casos de guerra los cónsules podían delegar el mando del ejército en un lugarteniente que ostentaba sus funciones como Legado (Legatus).
En la administración de la ciudad los cónsules tenían prohibido delegar ciertas funciones, mientras que para otras estaban obligados a designarlos. Así los cónsules debían delegar los juicios civiles, los asuntos criminales, la administración del Tesoro (confiada a dos Cuestores) y la administración de los archivos públicos.
En cambio en el ejército era frecuente la designación de delegados: Procónsules (Pro-consule), Propretores (Pro-praetore) y Procuestores (Pro-quaestore).
Los cónsules “aconsejaban” en la elección del sucesor, suponiéndose que de hecho imponían a su candidato. No obstante la elección formal correspondía a las Asambleas Curiales.
El Senado reformado
El Senado varió su composición. Inicialmente estaba formado por trescientos miembros de la nobleza (todos los senadores, salvo caso excepcional eran patricios), pero ahora se reservaron ciento sesenta y cuatro plazas a los plebeyos o nuevos admitidos (Conscripti). Esta distinción se mantuvo al menos en los formalismos, de tal forma que la alocución para dirigirse a la Cámara era Patres et conscripti aun mucho después de que tales diferencias dejaran de ser importantes.
Los senadores eran consuetudinariamente vitalicios, pero la costumbre derivó en ley para los patricios. Como el Senado representaba a la nobleza patricia y había en él miembros plebeyos, se relegó a estos dentro del Senado a un papel secundario. Si alguno se oponía, en las revisiones cuadrienales de senadores que efectuaban los cónsules, eran o podían ser eliminados; además los plebeyos que entraban en el Senado, no era en general por méritos, sino por riqueza, y sus intereses de clase eran coincidentes con los de la nobleza patricia. Se distinguían entre los Senadores dos grupos: los provenientes del ejercicio de magistraturas; y los que no las habían desempeñado (Pedarii).
El nombramiento de los Senadores correspondía desde el inicio de la República, a los cónsules o dictadores. Más tarde, esta fue una atribución específica de los censores.
Al Senado correspondía el refrendar todas las propuestas importantes políticas o administrativas de los cónsules y otros magistrados que hubieran obtenido el voto afirmativo de los Comicios Asamblearios correspondientes. Cuando el acto debía ser ejecutado como parte de los deberes del magistrado no precisaba refrendo senatorial. Aunque al principio las decisiones del Senado fueron llamadas Consulis senatusque sententia, más tarde los dictámenes del Senado dejaron de ser consultivos y adquirieron fuerza, siendo llamados Senatus consultum y Senatus sententia. El cónsul debía obedecer al Senado, pues en caso contrario podía ser privado de fondos, se podía nombrar un dictador, y otras medidas que daban preeminencia al Senado sobre los altos magistrados.
Correspondía al Senado decidir sobre los siguientes asuntos:
Religiosos.
Elección de magistrados extraordinarios.
Resolución de conflictos entre magistrados.
Cuestiones de policía.
Algunos casos criminales que comportaban pena capital, cuando el acusado era perdonado, o era conmutada su sentencia, o bien era liberado.
Cuestiones militares.
Cuestiones financieras.
Negociaciones con Estados extranjeros y firma de tratados después de la paz. El Senado debía aprobar los cambios territoriales pactados por los cónsules u otros magistrados con el enemigo.
El Senado era convocado por cualquiera de los magistrados que podían consultarle (principalmente Dictadores, Cónsules, Prefectos de la ciudad, Pretores, Tribunos de la plebe y después Tribunos con potestad consular). El convocante presidía la reunión.
La convocatoria se hacía bien públicamente por pregones (praecones) o por edictos, o bien por un aviso a cada senador (era obligatorio que tuvieran residencia en Roma). A veces en una reunión se convocaba la siguiente. Los que no asistían sin justa causa (la asistencia era obligatoria) podían ser sancionados con multa. Las reuniones se celebraban en edificios públi-cos, generalmente en el Capitolio (Curia Calabra), el Comitium (Curia Hostilia luego Curia Julia) o el Templo de Júpiter Capitolino. Los Senadores permanecían sentados y el presidente ocupaba un lugar central sobre una silla elevada.
Las reuniones no podían coincidir con la celebración de comicios y duraban de sol a sol. Las votaciones debían celebrarse antes del ocaso.
La sesión se abría con unos sacrificios religiosos consultando los auspicios. Los asuntos a tratar eran determinados por la presidencia, pero los religiosos tenían preferencia.
Sacerdotes y pontífices
El nombramiento de los sacerdotes, antigua función de la monarquía, correspondió desde el inicio de la República al Colegio de los Pontífices (que tuvo también la jurisdicción sobre las sacerdotisas de Vesta). El Colegio también designaba al Pontifex Maximus, un Pontífice Supremo que tomaba ciertas medidas domésticas y disciplinarias que convenía fueran adoptadas por una sola persona.
Las reformas legales
El orden senatorial
La designación de las vacantes del Senado, designadas primero por los cónsules, pasó a los Censores. Su funcionamiento fue regulado por la Ley Ovinia.
Las promociones al Orden Senatorial (Ordo Senatorius) quedaron abiertas a todos los ciudadanos que hubieran sido antes Edil Curul, Pretor o Cónsul (los cónsules ya tenían derecho a ser Senadores con voto). El Censor estaba obligado a incluir en la lista de nuevos senadores a los cónsules que habían dejado el cargo, salvo que por precepto legal pudieran proclamar su exclusión motivada. Pero como los ciudadanos que podían ocupar un puesto en el Senado no eran suficientes para cubrir las bajas que se producían por fallecimiento o exclusión, y el número de senadores no podía bajar de trescientos, los censores podían elegir libremente entre aquellos que no habían ejercido una magistratura de las citadas, si bien los designados debían haberse distinguido por su valor, haber matado a un jefe enemigo o salvar a un ciudadano romano; a estos senadores se les llamaba Subalternos (Senatores Pedarii), y tenían derecho a voto pero no participaban en la discusión.
El Senado era el que dominaba en materia de legislación, de elección y de gobierno.
Los proyectos de ley eran sometidos previamente al Senado. El Senado, al disponer del poder ejecutivo, podía poner o no en ejecución un plebiscito votado. Incluso pudo legislar sin que las leyes fueran ratificadas por la Asamblea en “los casos urgentes”, sin perjuicio de ulterior ratificación, que a menudo ya no era solicitada.
El Senado se adjudico la designación de Dictador (cuyo nombramiento correspondía antes a los Cónsules), y asumió también la prorroga de cargos (el cónsul cesante que no se encontraba en Roma en el momento del cese, seguía en funciones como procónsul; lo mismo ocurría con los pretores que continuaban como propretores) lo que llevó en la práctica a una reelección encubierta (desde el 307 adC., un Senadoconsulto bastaba para prorrogar una magistratura). Además, en las elecciones, la aristocracia apoyaba a los candidatos del Senado. El Senado decidía sobre la guerra, la paz, las alianzas, la fundación de colonias, las asignaciones de tierras públicas, los trabajos públicos, el sistema de rentas, la asignación de departamentos a los magistrados, el contingente del ejército, el presupuesto de los departamentos, etc... Los cuestores no podían hacer pago alguno sin un senadoconsulto (con algunas excepciones para los cónsules).
Las leyes Licinae-sextiae
Evolución de la ley
Las leyes fueron evolucionando y así vemos que el ladrón sorprendido in fragranti podía librarse de una condena pagando el doble de lo robado.
La Ley Petalia modificó también el procedimiento ejecutivo contra los deudores.
La disposición intervivos siguió ilimitada, y el consentimiento popular para los actos mortis causa (testamento) fue suprimido.
Si el padre de familia efectuaba tres ventas sucesivas, sin efectuar ninguna compra, el hijo podía emanciparse si tal era su deseo. De ello derivó la emancipación legal concedida por el padre a un hijo, sin necesidad de la causa que inicialmente debía motivarla.
El matrimonio civil fue consagrado y se estableció un impuesto para los solteros.
El establecimiento de un magistrado especial de Policía (cuyo ámbito de actuación se extendió pronto a toda Italia) llamado Edil, traspaso a este la potestad sobre litigios relativos a compras y ventas en mercados públicos (de productos, ganado, esclavos...). Su jurisdicción se extendía también a otras cuestiones de orden que podían ser sancionadas con multas.
Para las clases más bajas, y para ciertos delitos menores, existían los Triunviri o Jueces Nocturnos (Tres viri nocturni) cuyas competencias fueron aumentando, y pasaron a ser elegidos en los Comicios tribunados desde el 289 a.C.
Para las causas civiles menores en las ciudades sujetas (civites sine suffragio) se establecieron unos magistrados llamados Jueces Menores, cuya competencia se extendió después a toda Italia.
Los magistrados definían el punto del derecho (ius) pero su aplicación (judicium) correspondía a otro ciudadano. Pero los juicios lentos y complicados se limitaban a los casos destacados, y para esclavos y gentes de clase social baja se aplicaba un procedimiento más corto.
Policía. Vías públicas
El control de policía se acrecienta: alcantarillado, empedrado, limpieza pública, edificios ruinosos, animales dañinos, circulación de carros (solo permitida de noche), comunicaciones, abastecimiento de los mercados, control de calidad de mercancías, control de monedas y pesos, baños públicos, tabernas y casas “sospechosas”, son sus ámbitos de actuación. La red de vías públicas (caminos), acueductos y fortalezas se desarrolla.
La sociedad republicana
La aristocracia
De la alianza entre la antigua aristocracia patricia (los ricos entre los antiguos ciudadanos) y la aristocracia plebeya (los ricos entre los ciudadanos nuevos) surgió un nuevo gobierno aristocrático de la nobleza romana, frente al cual se situaban la mayoría de los plebeyos (de pequeña fortuna o pobres) y algunos patricios empobrecidos.
Economía en el periodo republicano
Los publicani
El Estado empezó pronto a ceder los impuestos indirectos, gastos y operaciones complicadas a los llamados Publicani (Capitalistas o Negociantes), que por una suma liquida prefijada, realizaban la administración por su propia cuenta. A este sistema accedían los ricos y los enriquecidos, sin distinción de origen patricio o plebeyo, que ofrecen seguridad al Estado. Los Publicani constituyeron una clase que con el tiempo fue incrementándose.
La tierra
Los campesinos y la tierra. El tributum
Como los repartos de tierra se hicieron por motivos políticos, controlaron el descontento y evitaron el estallido social, pero no impidieron el empobrecimiento progresivo de los campesinos medios o pequeños.
La guerra con Veyes (406-396 adC.) y el incendio de Roma por los Galos (390 adC.) aceleraron el empobrecimiento durante medio siglo.
Desde el 406 adC ya no basto con movilizar a los soldados en verano sino que hubieron de permanecer en armas también en invierno. Las Asambleas Centuriadas parecían decididas a rechazar nuevas guerras. Para solventar los problemas derivados de esta situación, el Senado decidió el pago de una cantidad (sueldo, derivado de solidus) a los soldados, con cargo a las rentas públicas indirectas y al producto de los dominios estatales, cesando de costear al ejército las tribus, las cuales solo pagaban la tasa (Tributum) cuando existía insuficiencia de fondos en el Erario, considerándose como un empréstito forzoso reembolsable después. Pero como los dominios estatales eran poco rentables y el Tesoro no disponía de fondos para el pago del sueldo, la recaudación del Tributo se generalizó, y golpeó las débiles economías de los campesinos medios y pequeños, que, junto a la carga de entregar brazos al Ejército, debía pagar unas cantidades o prestaciones que, aun siendo recuperables, de momento lo dejaban sumido en la miseria.
Imperio Romano
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Con la desintegración del Imperio Romano de Occidente sus territorios se constituirán en diversos reinos dominados, cada uno, por una élite de invasores.
El Imperio Romano fue un imperio de la Antigüedad, constituido por la expansión de su capital Roma y que se extendió por los países en torno al Mar Mediterráneo, desde el Océano Atlántico al oeste hasta las orillas del Mar Negro, el Mar Rojo y el Golfo Pérsico al este, y desde el Desierto del Sáhara al sur hasta las tierras boscosas a orillas de los ríos Rin y Danubio y la frontera con Caledonia (la actual Escocia), en Gran Bretaña al norte, en el momento de su máxima extensión.
El término es la traducción de la expresión latina Imperium Romanum, que no significa otra cosa que los dominios de los ejércitos de Roma sobre dicho territorio. Polibio fue uno de los primeros cronistas en documentar la expansión de Roma aún como República. En las décadas anteriores a la llegada de Augusto, Roma había adquirido numerosos dominios en forma de provincias directamente bajo administración senatorial o bajo gestión consular, y también mediante pactos de adhesión como protectorados de estados aliados. Su principal competidora en aquella época fue Cartago cuyo poder rivalizaba con el de Roma y por ello fue la primera gran víctima de la República. Las Guerras Púnicas obligaron a Roma a salir de sus fronteras naturales, la península Itálica, y poco a poco se vio encontrando con nuevos dominios que debía administrar, como Sicilia, Cerdeña, Córcega, Hispania, Iliria, etc.
Los dominios de Roma se hicieron tan extensos que pronto se hicieron difícilmente gobernables por un Senado incapaz de moverse de la capital ni de tomar decisiones con rapidez. Asimismo, un ejército creciente reveló la importancia que tenía poseer la autoridad sobre las tropas, de cara a obtener réditos políticos. Así fue como surgieron personajes ambiciosos cuyo objetivo principal fue el poder. Este fue el caso de Cayo Julio César, quien no sólo amplió los dominios de Roma conquistando la Galia, sino que desafió por primera vez la autoridad del Senado Romano.
El Imperio Romano como sistema político surgió tras las guerras civiles que siguieron a la muerte de Julio César, en los momentos finales de la República Romana. Él fue, de hecho, el primer hombre que se alzó como mandatario absoluto en Roma, haciéndose nombrar Dictator (dictador). Tal osadía no agradó a los miembros del Senado Romano, que conspiraron contra él asesinándole durante los Idus de marzo en las mismas escalinatas del Senado, restableciendo así la república, pero su retorno sería efímero. El precedente no pasó desapercibido para el joven hijo adoptivo de César, Octavio Augusto, quien sería enviado años más tarde a combatir contra la ambiciosa alianza de Marco Antonio y Cleopatra.
A su regreso victorioso, la implantación del sistema político imperial sobre un imperio territorial que, de hecho, ya existía resulta inevitable, aun manteniendo las formas republicanas. Augusto aseguró el poder imperial con importantes reformas y una unidad política y cultural (civilización grecorromana) centrada en los países mediterráneos, que mantendrían su vigencia hasta la llegada de Diocleciano, quien trató de salvar un imperio que caía hacia el abismo. Fue éste último quien, por primera vez, dividió el imperio para facilitar su gestión. El imperio se volvió a unir y a separar en diversas ocasiones siguiendo el ritmo de guerras civiles, usurpadores y repartos entre herederos al trono hasta que, a la muerte de Teodosio I, quedó definitivamente dividido.
Finalmente en 476 el hérulo Odoacro depuso al último emperador de Occidente, Rómulo Augústulo. El senado envía las insignias a Constantinopla, la capital de Oriente, formalizándose así la capitulación del imperio de Occidente. El imperio oriental proseguiría varios siglos más bajo el nombre de Imperio Bizantino, hasta que en 1453 Constantinopla cayó bajo el poder otomano.
El legado de Roma fue inmenso, tanto es así que varios fueron los intentos de restauración del imperio, al menos en su denominación. Destaca el intento de Justiniano, por medio de sus generales Narsés y Belisario, el de Carlomagno así como el del propio Sacro Imperio Romano Germánico, pero ninguno llegó jamás a reunificar todos los territorios del Mediterráneo como una vez lograra la Roma de tiempos clásicos.
Con el colapso del imperio de occidente finaliza oficialmente la Edad Antigua dando inicio la Edad Media.
El Imperio de Augusto (31 adC-14 dC)
Con la victoria de Octavio sobre Marco Antonio, la República se anexionó de facto las ricas tierras de Egipto, aunque la nueva posesión no fue incluida dentro del sistema regular de gobierno de las provincias, ya que fue convertida en una propiedad personal del emperador, y como tal, legable a sus sucesores. A su regreso a Roma el poder de Octavio es enorme, tanto como lo es la influencia sobre sus legiones.
En el año 27 adC se estableció una ficción de normalidad política en Roma, otorgándosele a Agusto, por parte del Senado, el título de Imperator Caesar Augustus (emperador César Augusto). El título de emperador, que significa «vencedor en la batalla» le convertía en comandante de todos los ejércitos. Aseguró su poder manteniendo un frágil equilibrio entre la apariencia republicana y la realidad de una monarquía dinástica con aspecto constitucional (Principado), en cuanto compartía sus funciones con el Senado, pero de hecho el poder del princeps era completo. Por ello, formalmente nunca aceptó el poder absoluto aunque de hecho lo ejerció, asegurando su poder con varios puestos importantes de la república y manteniendo el comando sobre varias legiones. Tras su muerte Octaviano fue consagrado como hijo del Divus (divino) Julio César, lo cual le convertiría, a su muerte, en dios.
Dinastía Julio-Claudia: los sucesores de Augusto (14-69 dC)
Los sucesores de Augusto no demostraron ser especialmente dotados, evidenciando las debilidades de un sistema dinástico hereditario. Tiberio, Calígula y Nerón fueron especialmente despóticos, dejándose llevar incluso por excesos de locura que pusieron a prueba la fortaleza del sistema consolidado bajo la sabia administración de Octavio. Tan solo Claudio, emperador después de Caligula, fue la excepción. A pesar de su apariencia torpe, cojeaba, tenía un tic y era tartamudo fue uno de los emperadores más competentes que tuvo Roma. Pero a Claudio le pudieron los amores y todo hace pensar que murió de manos de su tercera esposa, Agripina quien pusiera a su hijo Nerón como sucesor. Nerón acabó rebelándose contra la ambición de su propia madre mandándola matar. Sus locuras terminaron por ser su perdición por lo que no resulta extraño que en el 68 perdiera el control de varias legiones y ya, sin apoyo alguno y con un Senado deseoso de nombrar a un substituto, el emperador acabó por suicidarse.
Dinastía flavia (69-96 dC)
El imperio entró en una breve anarquía, en la que en un mismo año (69) hubo cuatro emperadores romanos, conociéndose como el año de los cuatro emperadores. Tuvo que ser un general, Vespasiano, quien pusiera fin al caos. Su mandato se reveló positivo para el Imperio y salvo las rebeliones de Judea y Germania, que aplastó sin miramientos, pocos problemas graves tuvo que afrontar. La sucesión al trono así mismo parecía asegurada dado que tenía dos hijos Tito y Domiciano. Y es que la idea de un sistema imperial dinástico había calado fuerte en la sociedad romana con los Julio-Claudios, aunque hubiera proporcionado emperadores tan nefastos como Calígula o Nerón.
Sin embargo, las nueva linea dinástica no tardó en mostrar sus debilidades. Tito, con una brillante carrera militar en la guerra judía, y convertido en Prefecto del Pretorio por su padre, se enamoró de una princesa judía, que como esposa de emeperador era absolutamente inaceptable para Roma y los romanos, y además empezó a manifestar caprichos que conducían a la tiranía. Por su parte, Domiciano, durante la guerra civl del 69, pese a su juventud, había intentado realizar su propia política personal al margen de su padre. Al inicio del reinado de Tito este hubo de enfrentarse a su escasa popularidad hasta la inauguración del Anfiteatro Flavio, el Coliseo. Tito apenas si tuvo tiempo de dejar impronta en el Imperio pues murió poco después dejando como único recuerdo la fastuosa inauguración de los mayores juegos conocidos hasta la fecha en el mayor anfiteatro construido por Roma. A su muerte le sucedió Domiciano quien resultó ser igual o peor que los déspotas que le habían precedido. Sus actucaciones en política exterior fueron desiguales; aplastó a los germanos, pero compró la paz con los dacios; en política interior, acosó al senado, a los cristianos, a su propia familia y acabó comportándose como un tirano paranoico temiendo conspiraciones por todas partes. Incluso se hizo llamar en palcio dominus et deus. De nuevo, el sistema se impuso por encima del tirano que fue asesinado en un complot contra él, en el que la Guardia Pretoriana, nuevamente tuvo un papel principal.
Los emperadores adoptivos
Con la muerte de Domiciano empieza la era más grande del imperio, el mayor periodo de estabilidad política y buena administración como nunca tuvo ni volvería a tener. Por primera vez al Senado Romano se le da la potestad de elegir sucesor y elige a Nerva el año 96. Se inicia así un periodo conocido como el de los cinco emperadores buenos ya que se suceden cinco emperadores consecutivos que resultan muy positivos en el gobierno de las extensas posesiones imperiales, así como en todas las campañas militares en las que participa Roma, resultando siempre triunfante en aplastantes victorias que llevan al Imperio al cénit de su extensión bajo el mandato de Trajano en el 117, el segundo de los cinco emperadores.
Los cinco emperadores buenos (96-180 dC)
Nerva era un anciano perteneciente a la nobleza senatorial italiana y sería el último emperador italiano de familia y de nacimiento. Su mayor mérito fue elegir al mejor sucesor posible, Marco Ulpio Trajano. Trajano era un patricio afincado en la Bética y ascendió al trono en el 98 por recomendación de Nerva. Con él, el Imperio Romano consiguió su mayor extensión con las nuevas adquisiciones de la Dacia, Arabia, Mesopotamia, Asiria y Armenia. El imperio llegó a abarcar desde Gran Bretaña al Sáhara y desde la Península Ibérica al río Éufrates.
Con los llamados emperadores antoninos se instauró, por vez primera, la tradición de nombrar al sucesor más dotado sin priorizar la razón hereditaria. Adriano fue el afortunado sucesor de Trajano, quien se encargó de consolidar las conquistas de éste renunciando a los ambiciosos planes de conquista de su predecesor. Devolvió Mesopotamia a los partos y afianzó la Dacia y la Britania romanas, en esta última con la construcción del famoso muro al que da nombre. Durante el reinado de los antoninos se volvió a tener en cuenta la voz del Senado como en tiempos de Augusto, obedeciendo sus recomendaciones en la mayoría de ocasiones sin que por ello mermase el poder de los emperadores en el desempeño de sus funciones. Bajo los sucesores de Adriano, Antonino Pío y Marco Aurelio, se produjeron ya los primeros ataques importantes sobre las fronteras romanas sobre todo por parte de los germanos (especialmente los cuados y marcomanos) y los partos. Antonino avanzó varias guarniciones britanas a un nuevo frente en el que edificó el llamado Muro de Antonino esperando que los caledonios y pictos atrapados entre los dos muros aceptaran, poco a poco, romanizarse. Pero los pictos no dejaron de acosar a las guarniciones romanas, por lo que a la llegada de Marco Aurelio al trono se procedió al repliegue de todas las guarniciones hasta la más estable y segura frontera del muro de Adriano.
Durante esta época se producen también los primeros y únicos contactos directos entre Roma y China con el envío de una embajada romana a oriente a la que hacen referencia las crónicas chinas de la dinastía Han. El creciente contacto entre el lejano oriente y occidente, ya sea a través de la ruta de la seda o de las tribus de las estepas, facilita también el transporte de nuevas enfermedades que pronto empezarán a suponer un problema para Roma. Entre el 168 y el 180 la peste antonina azotará el Imperio con virulencia llegando a provocar en Roma picos de mortalidad de hasta 2.000 defunciones diarias. El propio Marco Aurelio perecerá finalmente víctima de la propia peste en medio de su campaña del Danubio contra los Marcomanos.
La sucesión: ¿por qué Cómodo?
Por algua razón que se desconoce, el emperador filósofo Marco Aurelio rompió la sabia tradición instaurada con Nerva y dio la sucesión a su propio hijo, Cómodo, esperando que este concluyera su ambiciosa operación de castigo con la que pretendía incorporar dos nuevas provincias al imperio, Marcomania y Sarmatia. Pero Cómodo, muy al contrario, ofreció rápidamente la paz a los germanos, quienes la aceptaron enseguida. Las fuerzas bárbaras estaban prácticamente agotadas por la presión romana, que los estaba llevando hasta el límite. Este fue un balón de oxígeno que años más tarde se revelaría como un grave error estratégico, habiéndose echado a perder una nueva oportunidad de exterminar totalmente a la amenaza germana. Las guerras marcomanas finalizan pues abruptamente con la muerte de Marco Aurelio, no sin mostrar ante los bárbaros el mayor despliegue bélico y el mayor contingente militar listo para el combate desde tiempos de Augusto. Los germanos tardarían mucho tiempo en recuperarse y en volverse a rebelar contra Roma.
Muchos se preguntan por qué Marco Aurelio decidió romper el esquema sucesorio legando el imperio a su hijo. El hecho es que los emperadores antoninos que le precedieron no tuvieron nunca un sucesor directo disponible por lo que siempre se vieron obligados a adoptar a alguien para asegurar la estabilidad imperial tras su muerte. A pesar de todo siempre trataron de guardar el poder entre miembros de su familia o cercanos a ella siempre que fue posible.
Cómodo (180-192 dC)
Este nuevo emperador, de quien los historiadores dan un imagen de tirano y poco competente, se revela como nefasto y despreocupado de los problemas del pueblo y en las fronteras, ocupándose más por divertirse con los juegos, orgías y todo tipo de pasatiempos bélicos y obscenos. La situación de dejadez imperial agrava el malestar en la corte hasta que el emperador es finalmente asesinado.
Dinastía de los Severos (193-235 dC)
Tras un breve periodo anárquico Septimio Severo, militar no perteneciente a la aristocracia romana, consigue establecer una nueva dinastía el año 193. Alejandro Severo es el último emperador de esta línea hereditaria, dando paso a la tercera anarquía (la primera fue el año de los cuatro emperadores y la segunda la que precedió a los Severos). A partir de ahora se suceden en el trono varios emperadores que llegan al poder gracias a haber subido en el escalafón militar por méritos sin ser necesariamente de procedencia noble. El primer emperador de esta nueva era es Maximino, hijo de campesinos y procedente de una zona de la actual Serbia.
Crisis del siglo III (235-284 dC)
Esta crisis marcará el inicio de la lenta pero inexorable decadencia del Imperio hacia su colapso final. Durante los 50 años que dura, Roma ve vestir la púrpura a 35 hombres distintos, la mayoría de ellos generales destacados que asumen el poder de la totalidad o de parte del Imperio, generalmente coronados por sus propias tropas. Pocos emperadores de esta época mueren por causas naturales, la mayoría fruto de conspiraciones y asesinatos, muchas veces de manos de su propia guardia pretoriana. Las invasiones bárbaras se intensifican en todos los frentes, haciendo muy difícil mantener el gobierno sobre todas las provincias y, a la vez, sostener la presión sobre unos limes cada vez más amenazados. La crisis se ve acentuada por el azote entre el 251 y el 266 de la terrible peste de Cipriano. Esta situación de caos propicia que el año 260 Póstumo proclame la independencia del Imperio Galo (Galia, Britania, e Hispania) sin que desde Roma se pueda hacer nada para remediarlo. Ante tal muestra de debilidad imperial en el 266 Zenobia se proclama Reina de Palmira haciéndose con el control de Siria y Egipto en Oriente. La manifiesta debilidad no pasa desapercibida para las tribus danubianas y sus incursiones bárbaras se hacen cada vez más osadas, hasta que una invasión conjunta de Hérulos, Godos y Peuquinos en el 267-268 logra penetrar en Dacia y Moesia llegando incluso hasta Tracia y Macedonia. Las sucesivas campañas defensivas logran estabilizar la situación pero al precio de perder prácticamente toda la Dacia siendo Aureliano quien decide finalmente retirar los habitantes que quedan y asentarlos en Moesia. Estas escisiones e invasiones del Imperio hacen pensar ya en un fin próximo de este pero un ambicioso Aureliano derrota a Zenobia en el 272 y a Tetrico I (el último emperador de la Galia) en el 274, restaurando la unidad del imperio, y siendo proclamado en Roma como restitutor, lo cual no le salvará de morir asesinado también por su guardia; algo que será lamentado posteriormente ante la incompetencia de algunos de sus nuevos sucesores. Aun así, son esta suerte de emperadores-soldado procedentes de la región de Iliria, denominados emperadores ilíricos, los que terminan por salvar al imperio de una destrucción que parecía inevitable, pero en el proceso también modifican la naturaleza del propio Imperio Romano y los historiadores marcan en esta remontada de la crisis el fin de la Antigüedad clásica y el principio de la Antigüedad tardía.
La tetrarquía (285-324 dC)
No es hasta Diocleciano cuando, por fin, se pone freno a la Anarquía que ya duraba más de medio siglo gracias a las profundas reformas que efectúa. Con él empieza el bajo imperio. Diocleciano trata de recuperar el culto a las divinidades paganas y, particularmente, el culto al emperador por lo cual vuelve a perseguir de nuevo a los cristianos como hicieran algunos de sus predecesores por negar estos la divinidad del emperador. El objetivo es sacralizar la figura del mandatario supremo evitando así su trivialización y que pudiera ser objeto de las más viles traiciones como había sido costumbre durante la tercera anarquía. También advierte que la capital imperial no puede seguir siendo Roma, ciudad donde las intrigas de palacio y las confabulaciones entre nobles, políticos y militares de toda clase y condición hacen peligrosa la vida del emperador. Así mismo, decide finalmente dividir, en el 286, los dominios de un imperio que se había hecho difícilmente gobernable y reestructurar su organización territorial y de gobierno imponiendo la tetrarquía.
La partición resulta en el Imperio Romano de Oriente que pasa a dirigir él mismo con Nicomedia como capital y en el Imperio Romano de Occidente cediendo su control a su amigo Maximiano quien instala su capital en Mediolanum (actual Milán). El intento trataba de salvar a Oriente y evitar que la decadencia del imperio de occidente acabase arrastrando también a Oriente en su caída. Sin embargo, a la salida de ambos del poder regresó la inestabilidad.
Imperio cristiano (324-395 dC)
Constantino I el Grande volvió a unificar el imperio en el 324 tras derrotar a Majencio, venció a sus oponentes bajo la bandera de una nueva religión, el cristianismo, y estableció la capital de todo el imperio en la renombrada Constantinopla, antigua Bizancio.
Constantino no fue realmente un emperador cristiano aunque utilizó la religión para alzarse con el poder bautizándose tan solo cuando vio venir la muerte desde su lecho lo que permitió que finalmente el cristianismo se convirtiera por vez primera en religión de estado. A su muerte, el imperio se repartió entre sus tres hijos tal y como había dispuesto, la prefectura de la Galia para Constantino II, Italia para Constante y Oriente para Constancio II. Los dos primeros conspiraron entre sí alzándose finalmente Constante como dominador de todo Occidente, momento en el cual Magnencio se aprovechó de la situación para usurpar el trono, derrotar y asesinar finalmente a Constante. Constancio marchó entonces sobre éste derrotándole y alzándose nuevamente como emperador único de todo el Imperio Romano.
Constancio era arriano a pesar de que tras el Concilio de Nicea dicha doctrina había sido desechada por la del Obispo Atanasio considerándose el arrianismo como una herejía. A pesar de lo cual mientras Constancio estuvo en el poder se mantuvo un equilibrio entre ambas corrientes que se rompió a la llegada de Juliano el apóstata en el 361 quien devolvió la libertad de culto y se hizo pagano renunciando al cristianismo y prohibiendo las persecuciones religiosas también entre los propios cristianos lo que no evitó que, poco a poco, los arrianos fueran marginados. Cuando Joviano accedió al trono este recuperó la religión cristiana como religión de estado pero ya con el atanasianismo como corriente mayoritaria.
Valentiniano I volvió a partir el imperio en el 364 recuperándose nuevamente su unidad con Teodosio I, el último emperador conjunto, en 392. A su muerte en 395 la separación del imperio se hizo por fin irrevocable. Su hijo Honorio heredó la parte oeste y Arcadio la parte este del imperio.
El último emperador de Roma, Rómulo Augústulo hijo de un general de Atila, fue depuesto en 476 por Odoacro hijo también de otro general de Atila, y rey de los hérulos, pero el Imperio Romano de Oriente continuó hasta 1453, año en que los turco-otomanos tomaron Constantinopla.
Un imperio urbano
Las ciudades romanas eran el centro de la cultura, la política y la economía de la época. Base del sistema judicial, administrativo y fiscal eran también muy importantes para el comercio y a su vez albergaban diferentes acontecimientos culturales. Es importante destacar que Roma fue, a diferencia de otros, un imperio fundamentalmente urbano.
Las ciudades romanas estaban comunicadas por amplias calzadas que permitían el rápido desplazamiento de los ejércitos y las caravanas de mercaderes, así como los correos. Las ciudades nuevas se fundaban partiendo siempre de una estructura básica de red ortogonal con dos calles princiaples, el cardo y el decumano que se cruzaban en el centro económico y social de la ciudad, el foro alrededor del cual se erigían templos, monumentos y edificios públicos. También en él se disponían la mayoría de las tiendas y puestos comerciales convirtiéndo el foro en punto de paso obligado para todo aquel que visitase la ciudad. Así mismo un cuidado sistema de alcantarillado garantizaba una buena salubridad e higiene de la ciudad romana.
Curiosamente, este riguroso ordenamiento urbanístico, ejemplo del orden romano, nunca se aplicó en la propia Roma, ciudad que surgió mucho antes que el imperio y que ya tenía una estructura un tanto desordenada. El advenimiento del auge del poder imperial motivó su rápido crecimiento con la llegada de multitud de nuevos inmigrantes a la ciudad en busca de fortuna. Roma nunca fue capaz de digerir bien su grandeza acentuándose más aún el caos y la desorganización. La capital construía hacia lo alto, el escaso espacio propició la especulación inmobiliaria y muchas veces se construyó mal y deprisa siendo frecuentes los derrumbes por bloques de pisos de mala calidad. Famosos eran también los atascos de carros en las intrincadas callejuelas romanas. La fortuna sin embargo quiso que la capital imperial se incendiara el año 64 dC, durante el mandato de Nerón. La reconstrucción de los diferentes barrios se realizó conforme a un plan maestro diseñado a base de calles rectas y anchas y grandes parques lo que permitió aumentar muchísimo las condiciones higiénicas de la ciudad.
Por lo demás toda ciudad romana trataba de gozar de las mismas comodidades que la capital y los emperadores gustosos favorecían la propagación del modo de vida romano sabedores de que era la mejor carta de romanización de las futuras generaciones acomodadas que jamás desearían volver al tiempo en que sus antepasados se rebelaban contra Roma. Por ello, allí donde fuera preciso se construían teatros, termas, anfiteatros y circos para el entretenimiento y el ocio de los ciudadanos. También muchas ciudades intelectuales gozaban de prestigiosas bibliotecas y centros de estudio, así fue en Atenas por ejemplo ciudad que siempre presumió de su presuntuosa condición de ser la cuna de la filosofía y el pensamiento racional.
Para traer agua desde todos los rincones se construían acueductos si era preciso, el agua llegaba a veces con tal presión que era necesario construir abundantes fuentes por todas partes lo que aun aumentaba más el encanto de dichas ciudades que aun construidas en tierras secas recibían la llegada de las bien planificadas canalizaciones romanas.
Las casas típicas eran las insulae (isla). Solían estar hechas de adobe normalmente de unos tres o cuatro pisos aunque en Roma o en otras ciudades de gran densidad se llegaban a construir verdaderos rascacielos cuya solidez muchas veces fue más que dudosa. La gente rica y de dinero, patricios de buena familia o ricos comerciantes plebeyos que habían hecho fortuna se alojaban en casa de una sola planta con patio interior (impluvium) recubierto de mosaicos llamadas domus.
En honor a las victorias se construían columnas, arcos de triunfo, estatuas ecuestres y placas conmemorativas que solían hacer siempre referencia al emperador reinante y sus gloriosas victorias conseguidas en pos de la salvaguarda de la pax romana de la que gozaban inconscientes los ciudadanos de la urbe. Era un motivo que se recordaba constantemente para dar sentido a la recaudación imperial, sin dinero no hay ejército, sin ejército no hay seguridad y sin seguridad no hay ciudades ni comercio. Algo que quedaría patente a finales del bajo imperio.
Con la llegada de la crisis del siglo tercero y, particularmente, ya en el tardío imperio cristiano la seguridad de la que disfrutaron durante tiempo las ciudades romanas había desaparecido. Y muchas de ellas, sobretodo las más fronterizas con los limes acechados por los pueblos germanos se vieron obligadas a amurallarse y recluirse en fortificaciones sacrificando calidad de vida por seguridad. Fue un paso hacia atrás que se materializaría con la desaparición del imperio de occidente, la ruralización, el fin de las actividades comerciales y el surgimiento de los castillos medievales.
Economía
La economía del Imperio Romano era la propia de un imperio esclavista: los esclavos trabajaban obviamente de forma gratuita, lo cual producía una enorme riqueza. Las diferentes ciudades y provincias estaban conectadas por una red de comunicaciones, vías y puertos, que fomentaban el comercio notablemente.
Aunque la vida se centraba en las ciudades, la mayoría de los habitantes vivían en el campo, donde cultivaban la tierra y cuidaban el ganado. Los cultivos más importantes eran el trigo, la viña y los olivos, también árboles frutales, hortalizas, legumbres y lino. Los romanos mejoraron las técnicas agrícolas introduciendo el arado romano, molinos más eficaces, como el grano, el prensado de aceite, técnicas de regadío y el uso de abono.
Sociedad
La sociedad romana se configura de dos clases sociales que tenían la ciudadanía romana: una aristocracia de propietarios (patricii, patricios) y una clase popular que luchaba por conseguir derechos (plebs, plebeyos). Como ya se ha dicho anteriormente, la economía estaba basada en el sistema de producción esclavista, donde la mayoría de los esclavos eran prisioneros de guerra. Existían mercados de esclavos donde se comerciaba con ellos como si fuesen simples mercancías.
Así pues la sociedad romana estaba dividida en:
Patricios: la clase dominante que poseía todos los privilegios tanto fiscales, como judiciales, políticos y también culturales (es decir, eran más cultos).
Plebeyos: eran el pueblo que no gozaba de todos los derechos ni privilegios.
Esclavos: no tenían derechos y eran posesión de sus amos. El esclavismo era toda una institución social en Roma. No fue un esclavismo de raza, como sí lo sería siglos después. En Roma cualquiera podía ser esclavo; la fuente de esclavos provenía sobretodo de pueblos conquistados, pero también de delincuentes u otra gente que fuera degradada a esa clase social por algún motivo. En realidad el esclavismo no era más que la clase social más baja. Y como toda clase, también era posible ascender a veces comprando la propia libertad, o simplemente por el deseo expreso del amo que se formalizaba con el acto de manumisión, un privilegio exclusivo de todo propetario que convertía al esclavo en liberto (ex esclavo liberado).
Religión

La religión de los romanos era politeísta (adoraban un gran número de dioses). Los más venerados eran Júpiter, Minerva y Juno. En honor a ellos se construyeron templos y se ofrecieron sacrificios de animales. El emperador era adorado como un dios y en todo el Imperio se practicaba el culto imperial.
También veneraban, en casa, a los dioses protectores del hogar y de la familia; en cada casa había un altar dedicado a esos dioses. Además, los romanos eran muy supersticiosos y, antes de tomar una decisión consultaban la voluntad de los dioses, expresada por medio de los oráculos.
Las fiestas religiosas
El calendario religioso romano reflejaba la hospitalidad de Roma ante los cultos y divinidades de los territorios conquistados. Originalmente eran pocas las festividades religiosas romanas. Algunas de las más antiguas sobrevivieron hasta el final del imperio pagano, preservando la memoria de la fertilidad y los ritos propiciatorios de un primitivo pueblo agrícola. A pesar de eso, se introdujeron nuevas fiestas que señalaron la asimilación de los nuevos dioses. Llegaron a incorporarse tantas fiestas que los días festivos eran más numerosos que los laborales. Las más importantes eran las fiestas lupercales, saturnales, equiria y de los juegos seculares.
Tiempo después, el cristianismo se convirtió en la religión oficial del imperio, con el emperador Constantino que toleró las dos religiones, ya que según la leyenda, antes de una gran batalla vio una cruz en el cielo, bajo la cual una inscripción decía «bajo éste símbolo vencerás». Al día siguiente grabó en los escudos de todos sus soldados la cruz y obtuvo una gran victoria, si bien sólo se bautizó unos días antes de su muerte. Las festividades cristianas que se celebran actualmente no son más que las festividades que ya se celebraban en tiempos romanos, sólo que cristianizadas para hacerlas compatibles con la nueva religión. Incluso se mantienen algunas completamente paganas como el carnaval.
Monarquía romana

La monarquía romana (en latín, Regnum Romanum) fue la primera forma política de gobierno de la ciudad-estado de Roma, desde el momento legendario de su fundación el 21 de abril del 753 adC, hasta el final de la monarquía en el 510 adC, cuando el último rey, Tarquinio el Soberbio, fue expulsado, instaurándose la república romana.
Los orígenes de la monarquía son imprecisos, si bien parece claro que fue la primera forma de gobierno de la ciudad, un dato que parecen confirmar la arqueología y la lingüística. La mitología romana vincula el origen de Roma y de la institución monárquica al héroe troyano Eneas, quien, huyendo de la destrucción de su ciudad, navegó hacia el Mediterráneo occidental hasta llegar a Italia. Allí fundó la ciudad de Lavinium, y posteriormente su hijo Iulo fundaría Alba Longa, de cuya familia real descenderían los gemelos Rómulo y Remo, los fundadores de Roma.
Nacimiento de Roma
El origen de la ciudad de Roma puede situarse espacialmente cerca del monte Palatino, junto al río Tíber, en un punto en el cual existía un vado natural que permitía su cruce, siendo además navegable desde el mar (ubicado a 25 km río abajo) únicamente hasta esa posición. En ese punto el río discurría entre varias colinas excavadas por su cauce, aisladas entre sí por valles que el Tíber inundaba en sus crecidas, lo que convertía la zona en pantanosa, y por lo cual su población de agricultores y ganaderos fue en su origen muy reducida.
Este punto estratégico presentaba una ubicación fácil de defender respecto a la amplia llanura fértil que rodeaba el lugar, protegido como estaba por el Palatino y las otras colinas que lo rodeaban, siendo además un cruce destacado en las rutas comerciales del Lacio central, y entre Etruria y Campania. Todos estos factores fueron los que a la larga contribuyeron al éxito y a la fortaleza de la ciudad.
El origen étnico de la ciudad hay que remontarlo a la fusión de las tribus latinas de la aldea del Germal (Roma quadrata) con los sabinos del Viminal y el Quirinal, creando así la Liga del Septimontium o Septimoncial (Liga de los siete montes), una confederación religiosa pre-urbana de clara influencia etrusca, el poder hegemónico de Italia en esta época. El nombre de la ciudad podría remontarse hasta la gens etrusca Ruma, si bien existen otras teorías al respecto.
Problemática histórica de la monarquía romana
Las crónicas tradicionales de la historia romana, que han llegado hasta la actualidad a través de autores clásicos como Tito Livio, Plutarco, Dionisio de Halicarnaso y otros, cuentan que en los primeros siglos de la vida de Roma hubo una sucesión de siete reyes. La cronología tradicional, narrada por Varrón, arroja la cifra de 243 años de duración total para estos reinados, es decir, un promedio de 35 años por reinado (mucho mayor que el de cualquier dinastía documentada), aunque ha sido desestimada actualmente, desde el trabajo de Barthold Georg Niebuhr. Las crónicas tradicionales también se ven inconsistentes al analizarse las evidencias arqueológicas de los inicios de Roma.
En algún momento desconocido de la etapa monárquica de su historia, Roma cayó bajo el control de los reyes etruscos. Los reinados de los primeros monarcas son bastante sospechosos, debido a la larga duración media de los mismos y al hecho añadido de que algunos parecen estar redondeados en torno a los 40 años de duración. Este curioso dato, que incluso destaca más comparado con los reinados de la actualidad en que la esperanza de vida es mayor, quedaba explicado en las tradiciones romanas debido a que la mayoría de los reyes habían sido cuñados de su predecesor. No obstante, es más probable que tan sólo los últimos reyes de esta etapa pudieran haber existido realmente, mientras que no quedan evidencias históricas referentes a los primeros reyes de Roma.
Características de la monarquía romana
Antes de la etapa republicana e imperial, Roma fue una monarquía gobernada por reyes (en latín, rex, pl. rei). Todos los reyes, excepto Rómulo por haber sido el fundador de la ciudad, fueron elegidos por las gentes de Roma para gobernar de forma vitalicia, y ninguno de ellos usó la fuerza militar para acceder al trono. Aunque no hay referencias sobre la línea hereditaria de los primeros cuatro reyes, a partir del quinto rey, Tarquinio Prisco, la línea de sucesión fluía a través de las mujeres de la realeza. En consecuencia, los historiadores antiguos afirman que el rey era elegido por sus virtudes y no por su descendencia.
Los historiadores clásicos de Roma hacen difícil la determinación de los poderes del rey, ya que refieren que el monarca posee los mismos poderes de los cónsules. Algunos escritores modernos creen que el poder supremo de Roma residía en las manos del pueblo, y el rey sólo era la cabeza ejecutiva del Senado romano, aunque otros creen que el rey poseía los poderes de soberanía y el Senado tenía correcciones menores sobre sus poderes.
Lo que se conoce con certeza es que sólo el rey poseía el derecho de auspicium, la capacidad para interpretar los designios de los dioses en nombre de Roma como el jefe de augures, de forma que ningún negocio público podía realizarse sin la voluntad de los dioses, dada a conocer mediante los auspicios. El rey era por tanto reconocido por el pueblo como la cabeza de la religión nacional, el jefe ejecutivo religioso y el mediador ante los dioses, por lo cual era reverenciado con temor religioso. Tenía el poder de controlar el calendario romano, dirigir las ceremonias y designar a los cargos religiosos menores. Fue Rómulo quien instituyó el cuerpo de augures, siendo él mismo reconocido como el más destacado entre todos ellos, de la misma forma que Numa Pompilio instituyó los pontífices, atribuyéndosele la creación del dogma religioso de Roma.
Más allá de su autoridad religiosa, el rey era investido con la autoridad militar y judicial suprema mediante el uso del imperium. El imperium del rey era vitalicio y siempre lo protegía de ser llevado a juicio por sus acciones. Al ser el único dueño del imperium de Roma en esta época, el rey poseía autoridad militar indiscutible como comandante en jefe de todas las legiones romanas. De la misma forma, las leyes que salvaguardaban a los ciudadanos de los abusos cometidos por los magistrados con imperium aún no existían durante la etapa monárquica.
El imperium del rey le otorgaba tanto poderes militares como la capacidad de emitir juicios legales en todos los casos, al ser el jefe judicial de Roma. Aunque podía designar pontífices para que actuasen como jueces menores en algunos casos, sólo él tenía la autoridad suprema en todos los casos expuestos ante él, tanto civiles como criminales, tanto en tiempo de guerra como de paz. Un consejo asistía al rey durante todos los juicios, aunque sin poder efectivo para controlar las decisiones del monarca. Mientras algunos autores sostenían que no había apelación posible a las decisiones del rey, otros opinaban que cualquier propuesta de apelación podía ser llevada ante el rey por un patricio, mediante la reunión de la Asamblea de la Curia.
Otro de los poderes del rey era la capacidad para designar o nombrar cargos u oficios, entre ellos el de tribunus celerum que ejercía tanto de tribuno de los Ramnes (romanos), como de comandante de la guardia personal del rey, un cargo equiparable al de prefecto del pretorio existente durante el Imperio romano. Este cargo era el segundo al mando tras el propio monarca, y poseía la potestad de convocar la Asamblea de la Curia y dictar leyes sobre ella. El tribunus celerum debía abandonar su mandato a la muerte del monarca.
Otro cargo designado por el rey era el prefecto urbano, que actuaba como el guardián de la ciudad. Cuando el rey se hallaba ausente de Roma, este cargo recibía todos los poderes y capacidades del rey, hasta el punto de acaparar el imperium mientras se hallase dentro de la ciudad. Otro privilegio exclusivo del rey era el de designar a los patricios para que actuasen como senadores en el Senado.
Bajo el gobierno de los reyes, el Senado y la Asamblea de la Curia tenían en verdad poco poder y autoridad. No eran instituciones independientes, en el sentido de que sólo podían reunirse, y de forma conjunta, por orden del rey, y sólo podían discutir los asuntos de estado que el rey había expuesto previamente. Mientras que la Asamblea curiada tenía al menos el poder de aprobar leyes cuando el rey así lo concedía, el Senado era tan sólo un consejo de honor del rey. Podía aconsejar al rey sobre sus actos, pero no imponerle sus opiniones. La única ocasión en que el rey debía contar expresamente con la aprobación del Senado era en caso de declarar la guerra a una nación extranjera.
Las insignias y honores de los reyes de Roma consistían en 12 lictores portando las fasces que contenían hachas, el derecho a sentarse sobre la silla curul, la púrpura Toga Picta, calzado rojo, y diadema plateada sobre la cabeza. De todos estos distintivos, el más destacado era la toga púrpura.
La elección del rey
Una vez que el rey fallecía, Roma entraba en un periodo de interregno (interregnum). El Senado podía congregar y designar un interrex durante un corto periodo (normalmente, menos de un año) para poder mantener los auspicia sagrados mientras el trono estuviera vacante; en vez de nombrar un sólo interex, el Senado nombraba varios que se sucedían en el tiempo hasta que se nombraba a un nuevo monarca. Cuando el interrex designaba a un candidato para ostentar la diadema real, presentaba al mismo ante el Senado, el cual examinaba al candidato y, si aprobaba su candidatura, el interregno debía congregar a la Asamblea curiada y servir como su presidente durante la elección del rey. Esta institución pasó a la primera etapa de la República, cuando la monarquía fue abolida con la expulsión de Tarquinio el Soberbio, y entraba en acción cuando los cónsules morían durante el ejercicio de su cargo antes de poder celebrar las elecciones consulares.
Una vez propuesto a la Asamblea curiada, el pueblo romano podía aceptar o rechazar al candidato. Si aceptaba, el rey electo aún no podía asumir el trono de forma inmediata, sino que debían sucederse otros dos pasos más antes de ser investido con la autoridad y el poder reales. En primer lugar, debía obtener la aquiescencia divina, siendo convocados los dioses mediante los auspicios, ya que el rey había de ser el sumo sacerdote de Roma. Esta ceremonia era dirigida por un augur, quien conducía al rey electo hasta la ciudadela, donde el augur sentaba al rey en un sitial de piedra, mientras el pueblo esperaba a sus pies. Si era encontrado digno para el reinado, el augur anunciaba que los dioses habían mostrado señales favorables, confirmando de esta forma el carácter sagrado del rey.
El segundo paso que debía llevarse a cabo era la concesión del imperium al nuevo rey. El anterior voto de la Asamblea curiada sólo había determinado quién podía ser rey, y no era válido para otorgar los poderes precisos del rey sobre el candidato electo. Por tanto, el mismo rey proponía a la Asamblea curiada una ley (lex curiata de imperio) por la cual obtenía el imperium, que era concedido al monarca mediante el voto favorable de la misma. La razón para este doble voto de la Asamblea curiada no está muy clara. El imperium sólo podía ser conferido a la persona que los dioses habían hallado favorable, siendo por tanto necesario determinar primero quién había de ser la persona que era capaz de obtener el imperium, y cuando los dioses se mostrasen favorables al candidato, habría de concedérsele el imperium mediante un voto especial.
En teoría, el pueblo romano era quien elegía a su líder, si bien el Senado tenía casi todo el control sobre el proceso electoral.
Los reyes de Roma
Reinado de Rómulo
Rómulo no sólo fue el primer rey de Roma, sino también su fundador, junto a su gemelo Remo. En el año 753 adC, ambos comenzaron a construir la ciudad junto al Monte Palatino, cuando, según la leyenda, Rómulo mató a Remo por haber atravesado sacrílegamente el pomerium. Tras la fundación de la urbe, Rómulo invitó a criminales, esclavos huidos y exiliados para darles asilo en la nueva ciudad, llegando así a poblar cinco de las siete colinas de Roma. Para conseguir esposas a sus ciudadanos, Rómulo invitó a los sabinos a un festival, donde raptó a las mujeres sabinas y las llevó a Roma. Luego de la consiguiente guerra con los sabinos, Rómulo unió a los sabinos y a los romanos bajo el gobierno de una diarquía junto con el líder sabino Tito Tacio.
Rómulo dividió a la población de Roma entre hombres fuertes y aquellos no aptos para combatir. Los combatientes constituyeron las primeras legiones romanas, mientras que el resto se convirtieron en los plebeyos de Roma, y de todos ellos, Rómulo seleccionó a 100 de los hombres de más alto linaje como senadores. Estos hombres fueron llamados patricios, y sus descendientes serían considerados como la casta nobiliaria romana. Tras la unión entre romanos y sabinos, Rómulo agregó otros 100 hombres al Senado.
También, bajo el reinado de Rómulo, se estableció la institución de los augures como parte de la religión romana, así como la Comitia Curiata. Rómulo dividió a la gente de Roma en tres tribus: romanos (ramnes), sabinos (titios) y el resto (luceres). Cada tribu elegía a diez coviriae (curias, comunidad de varones), aportando además 100 caballeros y 10 centurias de infantes cada una, conformando así la primera legión de 300 jinetes y 3.000 infantes. Ocasionalmente podía convocarse una segunda legión en caso de urgencia.
Después de 38 años de reinado, Rómulo había librado numerosas guerras, extendiendo la influencia de Roma por todo el Lacio y otras áreas circundantes. Pronto sería recordado como el primer gran conquistador, así como uno de los hombres más devotos, de la historia de Roma. Tras su muerte a los 54 años de edad, fue divinizado como el dios de la guerra Quirino, honrado no sólo como uno de los tres dioses principales de Roma, sino también como la propia ciudad de Roma divinizada.
Reinado de Numa Pompilio
Tras la muerte de Rómulo, el reinado de la ciudad recayó sobre el sabino Numa Pompilio. Si bien en un principio no deseaba aceptar la dignidad real, su padre le convenció para que aceptara el cargo, para servir así a los dioses. Recordado por su sabiduría, su reinado estuvo marcado por la paz y la prosperidad.
Numa reformó el calendario romano, ajustándolo para el año solar y lunar, añadiendo además los meses de enero y febrero hasta completar los doce meses del nuevo calendario. Instituyó numerosos rituales religiosos romanos, como el de los salii, designando además un flamen maioris como sacerdote supremo de Quirino, el flamen Quirinalis. Organizó el territorio circundante de Roma en distritos, para una mejor administración, y repartió las tierras conquistadas por Rómulo entre los ciudadanos, a la vez que se le atribuye la primera organización de la ciudad en gremios.
Numa fue recordado como el más religioso de todos los reyes, por encima incluso del propio Rómulo. Bajo su reinado se erigieron templos a Vesta y Jano, se consagró un altar en el Capitolio al dios de las fronteras Terminus, y se organizaron los flamen, las vírgenes vestales de Roma y los pontífices, así como el Collegium Pontificum. La tradición cuenta que durante el gobierno de Numa un escudo de Júpiter cayó desde el cielo, con el destino de Roma escrito en él. El rey ordenó hacer once copias del mismo, que fueron reverenciadas como sagradas por los romanos.
Como hombre bondadoso y amante de la paz, Numa sembró ideas de piedad y de justicia en la mentalidad romana. Durante su reinado, las puertas del templo de Jano estuvieron siempre cerradas, como muestra de que no había emprendido ninguna guerra a lo largo de su mandato. Tras 41 años de reinado, la muerte de Numa ocurrió de forma pacífica y natural.
Reinado de Tulio Hostilio
De origen latino, Tulio Hostilio fue muy parecido a Rómulo en cuanto a su carácter guerrero, y completamente opuesto a Numa debido a su falta de atención hacia los dioses. Tulio fomentó varias guerras contra Alba Longa, Fidenas y Veyes, de forma que Roma obtuvo así nuevos territorios y mayor poder. Fue durante el reinado de Tulio cuando Alba Longa fue completamente destruida, siendo toda su población esclavizada y enviada a Roma. De esta forma, Roma se impuso a su ciudad materna como el poder hegemónico del Lacio.
Tanto deseaba Tulio nuevas guerras que incluso fomentó otro conflicto contra los sabinos, de forma que puede decirse que fue durante su reinado cuando el pueblo romano adquirió los deseos de nuevas conquistas a costa de la paz. El rey sostuvo tantas guerras que descuidó la atención a las divinidades, por lo cual, según sostiene la leyenda, una plaga se abatió sobre Roma, hallándose el propio rey entre los afectados. Cuando Tulio solicitó la ayuda de Júpiter, el dios respondió con un rayo que redujo a cenizas tanto al monarca como a su residencia.
A pesar de su naturaleza beligerante, Tulio Hostilio seleccionó a un tercer grupo de individuos que llegaron a pertenecer a la clase patricial de Roma, elegidos de entre todos aquellos que habían llegado a Roma buscando asilo y una nueva vida. También erigió un nuevo edificio para albergar al Senado, la Curia, que existió durante cinco siglos tras la muerte del rey, cuyo reinado llegó a su fin tras 31 años de duración.
Reinado de Anco Marcio
Tras la misteriosa muerte de Tulio, los romanos eligieron al sabino Anco Marcio, un personaje pacífico y religioso, para que los gobernase como nuevo rey. Era nieto de Numa Pompilio y, como su abuelo, apenas extendió los límites de Roma, luchando tan sólo en defensa de los territorios romanos cuando fue preciso. Fue quien construyó la primera prisión romana en la colina del Capitolio.
Durante su reinado se fortificó la colina Janícula, en la ribera occidental del Tíber, para así brindar mayor protección a la ciudad por ese flanco, construyéndose asimismo el primer puente sobre el río. Otras de las obras del rey fue la construcción del puerto romano de Ostia en la costa del Tirreno, así como las primeras factorías de salazón, aprovechando la ruta fluvial tradicional del comercio de sal (via salaria) que abastecía a los ganaderos sabinos. El tamaño de la ciudad se incrementó gracias a la diplomacia ejercida por Anco, que permitió la unión pacífica de varias aldeas menores en alianza con Roma. Gracias a este método, consiguió el control de los latinos, realojándolos en el Aventino, y consolidando así la clase plebeya de Roma.
Tras 25 años de reinado murió posiblemente de muerte natural, como su abuelo antes que él, siendo recordado como uno de los grandes pontífices de Roma. Fue el último de los reyes latino-sabinos de Roma.
Reinado de Tarquinio Prisco
Tarquinio Prisco fue el quinto rey de Roma, y el primero de origen etrusco, presumiblemente de ascendencia corintia. Tras emigrar a Roma, obtuvo el favor de Anco, quien lo adoptó como su hijo. Al ascender al trono, libró varias guerras contra sabinos y etruscos, doblando así el tamaño de Roma y obteniendo grandes tesoros para la ciudad.
Una de sus primeras reformas fue añadir 100 nuevos miembros al Senado procedentes de las tribus etruscas conquistadas, por lo que el número de senadores ascendió a un total de 300. Utilizó el gran botín obtenido en sus campañas militares para construir grandes monumentos en Roma. Entre estas obras destaca el gran sistema de alcantarillado de la ciudad, la Cloaca Maxima, cuyo fin fue drenar las aguas de un pequeño arroyo del Tíber que solían estancarse en los valles situados entre las colinas de Roma. En el lugar de las antiguas marismas, Prisco inició la construcción del Foro Romano. Otra de las innovaciones del rey fue la creación de los Juegos Romanos.
El más célebre de sus proyectos de construcción fue el Circo Máximo, un gran estadio que albergaba carreras de caballos, que es hasta la fecha el mayor de todos los erigidos en el mundo. Prisco continuó el Circo Máximo con la construcción de un templo-fortaleza sobre la colina del Capitolio, consagrado al dios Júpiter. Desgraciadamente, fue asesinado tras 38 años de reinado por los hijos de su predecesor, Anco Marcio, antes incluso de que el templo estuviera acabado. Su reinado es recordado además por haber introducido los símbolos militares romanos y los cargos civiles, así como por la celebración del primer triunfo.
Reinado de Servio Tulio
Tras la muerte de Prisco, su yerno Servio Tulio le sucedió en el trono, siendo el segundo rey de origen etrusco que gobernaba Roma. Como su suegro anteriormente, Servio libró varias guerras victoriosas contra los etruscos. Utilizó el botín obtenido en sus campañas para erigir las primeras murallas que cercaran las siete colinas romanas sobre el pomerium, los llamados muros servianos. También realizó cambios en la organización del ejército romano.
Alcanzó renombre por desarrollar una nueva constitución para los romanos, con mayor atención a las clases ciudadanas. Instituyó el primer censo de la historia, dividiendo a las gentes de Roma en cinco clases económicas, creando además la Asamblea centuriada. Utilizó asimismo el censo para dividir la ciudad en cuatro tribus urbanas, basadas en su ubicación espacial dentro de la ciudad, estableciendo la Asamblea tribal. Su reinado también destacó por la edificación del templo de Diana en la colina del Aventino.
Las reformas de Servio supusieron un gran cambio en la vida romana: el derecho a voto fue establecido con base en la riqueza económica, por lo cual gran parte del poder político quedó reservado a las élites romanas. Sin embargo, con el tiempo Servio favoreció gradualmente a las clases más desfavorecidas, para obtener de esta forma un mayor apoyo de entre los plebeyos, por lo cual su legislación puede definirse como insatisfactoria para la clase patricial. El largo reinado de 44 años de Servio Tulio finalizó con su asesinato en una conspiración urdida por su propia hija Tulia y su marido Tarquinio, su sucesor en el trono.
Reinado de Tarquinio el Soberbio
El séptimo y último rey de Roma fue Tarquinio el Soberbio. Hijo de Prisco y yerno de Servio, Tarquinio también era de origen etrusco. Fue durante su reinado cuando los etruscos alcanzaron la cúspide de su poder. Tarquinio usó la violencia, el asesinato y el terror para mantener el control sobre Roma como ningún rey anterior los había utilizado, derogando incluso muchas reformas constitucionales que habían establecido sus predecesores. Su mejor obra para Roma fue la finalización del templo a Júpiter, iniciado por su padre Prisco.
Tarquinio abolió y destruyó todos los santuarios y altares sabinos de la Roca Tarpeya, enfureciendo de esta forma al pueblo romano. El punto crucial de su tiránico reinado sucedió cuando permitió la violación de Lucrecia, una patricia romana, por parte de su propio hijo Sexto. Un pariente de Lucrecia, Lucio Junio Bruto (antepasado de Marco Junio Bruto), convocó al Senado, que decidió la expulsión de Tarquinio en el año 510 adC.
Tras la expulsión de Tarquinio, el Senado decidió abolir la monarquía, convirtiendo a Roma en una república en el año 509 adC. Lucio Junio Bruto y Lucio Tarquinio Colatino, sobrino de Tarquinio y viudo de Lucrecia, se convirtieron en los primeros cónsules del nuevo gobierno de Roma. Este nuevo gobierno permitiría a la larga la conquista por los romanos de casi todo el mundo mediterráneo, una forma de gobierno que sobrevivió durante casi quinientos años hasta la ascensión de Julio César y César Augusto.
Cargos públicos tras la monarquía
Para sustituir el liderazgo de los reyes, se creó expresamente un nuevo cargo con el título de cónsul. Inicialmente, el cónsul poseía todos los poderes que antaño pertenecían al rey, compartidos con otro colega consular. Sus mandatos eran anuales, y cada cónsul podía vetar las actuaciones o decisiones de su colega.
Posteriormente, los poderes de los cónsules fueron divididos, añadiendo nuevas magistraturas que acapararon distintos poderes menores de los originales del rey. Las primeras de ellas fueron las de pretor, que reunía las potestades judiciales de los cónsules, y la de censor, que poseía el poder de controlar el censo.
Nueve años después de la expulsión de Tarquinio el Soberbio, los romanos crearon la magistratura de dictador, al cual se le otorgaba la autoridad completa sobre todos los asuntos romanos, tanto civiles como militares, no existiendo apelación alguna ante sus decisiones. Este poder era tan absoluto que los romanos sólo se atrevían a designar un dictador en tiempos de extrema urgencia, y siendo su mandato de tan sólo seis meses de duración.
Los poderes religiosos del rey fueron transferidos a dos nuevos cargos, el rex sacrorum y el pontifex maximus. El primero era el más alto cargo religioso de jure de la República, siendo su única tarea la de oficiar el sacrificio anual a Júpiter, un privilegio anteriormente reservado a la figura del monarca. Sin embargo, el pontifex maximus era el cargo religioso más importante de facto, y quien poseía la mayor parte de la autoridad religiosa del rey. Tenía el poder de convocar a todas las vírgenes vestales, flamines, pontífices e incluso al rex sacrorum. Este último cargo desaparecería finalmente a principios del siglo I adC, recayendo sus escasas competencias en la figura del pontifex maximus.
La vuelta al sistema monárquico
Con la ascensión al poder de Julio César y su hijo adoptivo César Augusto se asiste a la paulatina restauración del poder real. Julio César fue elegido pontifex maximus y dictador vitalicio, lo que en la práctica le confería mayores poderes que los antiguos reyes. También usaba calzado rojo, y Marco Antonio llegó a ofrecerle una diadema públicamente, aunque la rechazó con vehemencia.
Julio César fue asesinado en los idus de marzo del 44 adC. Durante el periodo entre el 28 y el 12 adC, Augusto obtuvo los poderes tribunicios, junto a los cargos de pontifex maximus y princeps senatus, convirtiéndose en un monarca de facto. Éste fue el inicio del Principado, aunque las instituciones de la República continuaron existiendo como tales hasta el Dominado. Incluso en la era bizantina, el Emperador compartía el título de cónsul con otro cónsul.
Fundación de Roma
La fundación de Roma es referida por varias leyendas, las cuales en tiempos recientes han empezado a ser suplidas por reconstrucciones más científicas.
La Eneida de Virgilio, es una importante fuente de información sobre las versiones "oficiales" de algunos sucesos históricos de aquel tiempo.
Lacio e Italia central
Se supone (con cierta probabilidad) que entre los siglos X y VII a.C., Italia central estaba poblada por los dos grupos principales en que se dividían los itálicos: los osco-umbros y los latinos. Latium Vetus (el antiguo territorio del Lacio) estaba poblado por etruscos, volscos, sabinos, ecuos, rútulos y ausonios. Vinieron de diferentes áreas de Italia central, incluyendo la Toscana, Las Marcas y Liguria.
Entre ellos, los latinos desarrollaron una sociedad organizada, la cual fue la principal fuente de la población romana. Los latinos originalmente se quedaron en Colli Albani (los Montes Albanos, en la moderna Castelli), de unos 30 a 80 km al sudeste del monte Capitolino). Luego bajaron hacia los valles cumbia cumbia, los cuales ofrecían mejores tierras para la agricultura y la ganadería.
Las zonas inmediatas al río eran muy favorables y además ofrecían recursos estratégicos notables, ya que el río formaba una frontera natural por un lado, mientras que los montes daban un resguardo defensivo del otro. Esta posición también daba a los latinos control sobre el río (y su posible tráfico comercial y militar), desde el natural punto de observación en la isla Tiberina (la isla situada frente al actual Trastevere). También se podía controlar el tráfico terrestre, ya que Roma se situaba en la intersección de los principales caminos al mar desde Sabinia (al noreste) y Etruria (al noroeste).
Se supone que el desarrollo del asentamiento comenzó con diferentes poblaciones separadas (borgate), situadas en los montes, las cuales se unieron para formar Roma. Estudios recientes sugieren que el monte Quirinal fue muy importante en los tiempos antiguos. El primer monte en ser habitado parece haber sido el Palatino (lo que confirma la leyenda), que está en el centro de la Roma antigua. Sus 3 crestas, los montes menores Palatium, Cermalo o Germalo, y Velia) se unieron con las 3 crestas del Esquilino (Opio, Cispio y Fagutal), y luego los pueblos sobre el monte Celio y la Subura (entre los montes de Rione Moderna, Monti y Opio).
Estos montes tenían nombres expresivos: Querquetulanus, debido a los robles (quercus), mientras el Fagutal estaba poblado por bosques de hayas. Descubrimientos recientes revelan que el Germalus, sobre la parte norte del Palatium, era el sitio de un pueblo del (siglo IX a.C.) con viviendas circulares o elípticas. Estaba protegido por una cerca de tapial (quizá reforzada con madera), y es probable que este sitio fuera donde verdaderamente se fundó Roma.
El territorio de esta federación llamada pomerium, encerraba a la llamada Roma Quadrata (cuadrada). Ésta sería extendida con la inclusión del monte Capitolino y la isla Tiberina ya cuando Roma se convertía en un oppidum, un pueblo fortificado. El Esquilino todavía era una población satélite. Sería incluido con las expansiones servias.
Las celebraciones del septimontium ("de los siete montes"), el 11 de diciembre, en aquel entonces eran consideradas en relación a la fundación de la ciudad. Sin embargo, como el 21 de abril es la única fecha en cual todas las leyendas se ponen de acuerdo, recientemente se ha argumentado que probablemente el septimontium celebraba más bien las primeras federaciones entre los poblados de los montes romanos; de hecho, una federación similar era celebrada por los latinos en Cave (un pueblito al sudeste romano) o en el Monte Cavo en Castelli.
La leyenda
La leyenda sobre la fundación romana tiende a relacionar al naciente pueblo con las entidades más eminentes de su época, para poder "demostrar" que su gran éxito depende también de su origen especial, o para completar su reputación con referencias de primera clase. Sin embargo, esta historia es una historia completa, y la tradición romana entera está basada en ella. Hay varias versiones de esta leyenda; la siguiente versión se considera comúnmente como la principal.
Aeneas y Julus
Bajo órdenes del príncipe Aeneas o Eneas, el derrotado ejército troyano cruzó el mar Mediterráneo para alcanzar las costas del Lacio. Aquí arribaron en una área probablemente entre el moderno Anzio y Fiumicino, al sudoeste de Roma. Más comúnmente se supone que arribaron en Laurentum (o Larentum); otras versiones dicen que arribaron en Lavinium, un lugar nombrado como la hija del rey Latinus o Latino.
Latinus, sabio rey de los latinos, los hospedó, dejando que reorganizaran su vida en Latium. Su hija Lavinia había sido prometida a Turnus, el rey de los Rutuli, pero latinus prefirió ofrecerla a Aeneas; Turnus consecuentemente le declaró la guerra a Aeneas. El resultado fue la muerte de Turnus y la captura de su gente. Ascanius, el hijo de Aeneas, también conocido como Iulus, fundó Albalonga y fue el primero en una larga serie de reyes.
El rey Proca fue el padre de Numitor y Amulius o Amulio. Con la muerte de Proca, Numitor se volvió rey de Albalonga, pero Amulius lo capturó y lo mandó a la prisión; también forzando a que Rea Silvia (hija de Numitor) se hiciera sacerdotisa del culto a Vesta. Por muchos años Amulius fue rey.
Dioses y sacerdotisas
La leyenda del origen de Roma hubiera sido más pobre si los dioses no hubieran tomado parte. Marte (el cual será uno de los dioses más importantes para Roma) tuvo dos hijos con Rea Silvia. (el nombre Rea Silvia sugiere una deidad menor, una semidiosa de los bosques. Silva significa árboles o bosque, y rea puede estar relacionado con res y regnum).
Rómulo y Remo
Amulius mandó a un siervo a matar a los recién nacidos gemelos. Pero el siervo, los puso en una bolsa que dejó en el Tíber, para que fuesen arrastrados. Los gemelos fueron transportados por el río y arribaron a las orillas de un lugar que, curiosamente, las leyendas no especifican. Aquí fueron salvados por una loba, que los amamantó. Esta loba, lupa, aún sigue como uno de los principales símbolos romanos.
Y la leyenda dice: El príncipe Eneas, después de la caída de Troya, desembarco en las costas italianas. Sus decendientes lejanos, los gemelos Romulo y Remo fueron arrojados al río Tíber en una canastilla. Encontrados por una loba que los adopta y los amamanta, al poco tiempo unos campesinos los encuentran y adoptan, una vez adultos los gemelos fundaron una ciudad donde la loba los salvo pero después de una disputa por el poder, Romulo mata a Remo y queda como el jefe absoluto nombrándola Roma.
La loba, con los gemelos
Cerca, en una vivienda muy pobre, vivía un viejo pastor Faustulus y su esposa Larentia. El pastor encontró a los bebés, los trajo a su casa, y los adoptó. Cuando se hicieron adultos, los hermanos fueron informados de su historia, así que regresaron a Albalonga, mataron a Amulius, y liberaron a su abuelo Numitor.
Rómulo y Remo se propusieron edificar una nueva ciudad en el mismo lugar en el que fueron encontrados por la loba. Decidieron que uno construiría el pueblo mientras que el otro ayudaría. Así que empezaron a preguntarle a los dioses, para informarse quién iría a dirigirla. Otra versión dice que compitieron y ganaría el hermano que viera más pájaros.
Romulo se fue a la cima del Monte Palatino, Remo a la cima del Aventino. Rómulo se convenció de que él había sido seleccionado por los dioses, o de que había visto más pájaros, así que tiró su lanza en el monte para encontrar el lugar; cuando estaba en la tierra, la lanza (la cual era de madera) inmediatamente se convirtió en el corniolus, el árbol sagrado de Roma.
Para la fundación siguieron los ritos tradicionales de su época para fundar ciudades. Con la ayuda de una vaca y un toro blancos, usó un arado para trazar la cerca de la ciudad. Remo saltó sobre el surco, violando la muralla, lo cual era una especie de sacrilegio, pues la muralla se trazaba desde el primer momento para ser inviolable. Y de acuerdo con la tradición, Rómulo lo mató a espada, para que los dioses no permitieran que en el futuro la muralla fuese violada de nuevo.
Rómulo fue el primer rey romano, y reinó hasta que desapareció durante una tormenta, llevado por su padre Marte.
Evolución de la leyenda
Mientras que el cuerpo principal de la leyenda ha permanecido más o menos el mismo desde su creación, algunos detalles han cambiado, principalmente para juntar las ligeramente divergentes versiones y corregir varios puntos en cuanto a tiempo y geografía. También las antiguas leyendas locales, poco a poco fueron laboradas para alcanzar armonía con la historia principal. El efecto de estas intervenciones sobre la leyenda son considerablemente evidentes.
Una de las más tempranas versiones (del siglo V adC) es la del griego Mitileno Ellanicus, y generalmente es reportada junto con la versión de Damastes de Sigeo. En esta versión, el fundador del pueblo fue Aeneas. Estas versiones sobrevivieron hasta el 509 adC (año considerado en el que comienza la república romana), cuando fue percatado que, como habían existido 7 reyes romanos y Rómulo fue el primero, existía un hueco entre el siglo octavo de los primeros reyes y el siglo décimosegundo de la caída de Troya. Así que como Rómulo no podía ser hijo de Iulus, sólo quedaba como un distante descendiente. El tiempo entre Iulus y Rómulo fue "llenado" con la serie de los reyes de Albalonga. Aeneas pudiera haber aterrizado sobre las costas de latium durante el reinado de Latinus (rey de los latinos), para poder llegar a un acuerdo con las leyendas locales. Entonces Marte tenía que ser añadido para poder honrarlo, así que Rómulo se volvió un descendiente (por parte de padre) de Marte, mientras que por parte materna Rea Silvia estaba conectada con Aeneas mediante la dinastía de Albalonga. La condena de los hijos de Rea Silvia es sólo una de las varias recolecciones de leyes divinas, de la religión que tan profundamente entró en la vida romana.
Cada grupo tenía sus propias leyendas similares:
Los itálicos
Entre los itálicos, como el relato en la Teogonía de Hesíodo, los dos hermanos Agrius y Latin eran los hijos de Telégono, el cual era hijo de Ulises y la bruja Circe (a la cual se le dedica el monte Circeo, ubicado en Latium sureño, donde un culto era celebrado en su honor y se suponía que estaba su cueva). Los latinos: Saturno había sido reemplazado por su hijo Jove, así que bajó a la tierra y se mezcló con los latinos. Después, Evandrus llegó a Latium mediante arcadia, y luego Hércules llegó a liberar estas tierras de la amenaza del gigante Cacus. Finalmente Aeneas llegó de Troya, después de aventuras atrevidas y fundó Roma. Notablemente en esta versión los latinos no fueron creados o de cualquier otra forma asistidos por los dioses, sino que el pueblo fue fundado por Aeneas en la presencia de estas "autoridades".
La fecha de la fundación de Roma
Durante la república romana, varias fechas fueron dadas para su fundación de la ciudad, todas en el intervalo entre 758 adJ y 728 adJ. Finalmente, bajo el Imperio romano la fecha sugerida por Atticus y Varro, (753 adJ) fue acordada, pero en fasti capitolini el año dado fue 752. Mientras que los años variaban, todas las versiones estaban de acuerdo en que la ciudad fue fundada el 21 de abril, un día santo dedicado al sagrado culto de Pales, diosa de los pastores; en su honor, Roma celebraba el parritta (o palilia).
El nombre de Roma
El nombre del pueblo se considera generalmente que se refiere a Rómulo, pero hay otras hipótesis. Una de ellas se refiere a Roma, que sería la hija de Aeneas o Evandrus. También puede rastrearse un origen etrusco, que apuntaría a la gens etrusca Ruma, o a Rumon, nombre etrusco del río Tíber. Estudios recientes parecen darle preferencia a una raíz de origen indoeuropeo con significado de "río"; Roma en ese caso significaría "el pueblo sobre el río".
Roma es también llamada "las urbes", y este nombre (que después en latín significaría genéricamente cualquier otro pueblo) viene de "urvus", la ranura cortada por un arado, aquí, por la de Rómulo.
Sobre el monte Capitolino, a mediodía, el 21 de abril de cada año, una campana especial llamada la patarina suena del Campidoglio para conmemorar la fundación de Roma. En esa ocasión, el famoso cañón de Gianicolo permanece silencioso, el único día del año en que no suena.
Caída del Imperio Romano

La caída del Imperio Romano (Occidental) fue un proceso en el cual intervinieron varios factores, los cuales terminaron por explotar tras la separación del Imperio en 395 por Teodosio I, y caer definitivamente en 476 .
Trasfondo
Luego de los siglos dorados del Imperio Romano (periodo denominado Paz romana, siglos I-II), comenzó un deterioro en las instituciones del imperio, particularmente la del propio Emperador. Fue así como tras las malas administraciones de la Dinastía de los Severos, en particular la de Heliogábalo, y tras la muerte del último de ellos, Alejandro Severo, el imperio cayó en un estado de ingobernabilidad al cual se le denomina Anarquía del siglo III. Entre 238-285 pasaron 19 emperadores, los cuales incapaces de tomar las riendas del gobierno y actuar de forma concorde con el Senado, terminaron por situar a Roma en una verdadera crisis institucional. Durante este mismo periodo comenzó la llamada "invasión pacífica", en la cual varias tribus bárbaras se situaron, en un principio, en los limes del imperio debido a la falta de disciplina por parte del ejército, además de la ingobernabilidad producida en el poder central, incapaz de actuar en contra de esta situación.
Por otro lado, las guerras civiles arruinaron al imperio, el desorden interno no sólo acabó con la industria y el comercio, sino que debilitó a tal punto las defensas de las fronteras imperiales, que privadas de la vigilancia de antaño, se convirtieron en puertas francas por donde penetraron impunemente las tribus bárbaras. Las más audaces fueron los pueblos germánicos, Francos y Godos, que arremetieron contra el imperio, atravesando la frontera de los Ríos Rin y Danubio.
Tras una breve "estabilización" del imperio, en manos de algunos emperadores fuertes como Diocleciano, Constantino y Teodosio I, el imperio es divididó definitivamente a la muerte de este último, dejándole a Honorio el sector de Occidente, con capital en Roma, y a Arcadio el sector Oriental, con capital en Constantinopla.
Invasión Bárbara
Al norte del imperio, más allá del río Rin, vivían diferentes pueblos a los que los romanos conocían con el nombre de Germánicos. Se trataba de diferentes comunidades (vándalos, suevos, burgundios, alamanes, francos etc...) que a menudo rivalizaban entre sí. Vivían de la agricultura, la ganadería y la metalurgia.
Durante muchos siglos, romanos y germánicos establecieron relaciones comerciales y las formas de vida de los romanos atrajeron a muchos germánicos. A lo largo del siglo IV, grupos enteros se acomodaron en el imperio con el permiso de las autoridades romanas.
A principio del siglo V, las tribus germánicas, empujadas hacia el Oeste por la presión de los pueblos hunos, procedentes de las estepas asiáticas, penetraron en el Imperio Romano. Las fronteras cedieron por falta de soldados que las defendiesen y el ejército no pudo impedir que Roma fuese saqueada por visigodos y vándalos. Cada uno de estos pueblos se instaló en una región del imperio, donde fundaron reinos independientes. Uno de los más importantes fue el que derivaría a la postre en el Sacro Imperio Romano Germánico.
El emperador de Roma ya no controlaba el Imperio, de tal manera que en el año 476, un jefe bárbaro, Odoacro, destituyó a Rómulo Augústulo, un niño de 10 años que fue el último emperador Romano de Occidente y envió las insignias imperiales a Zenón, emperador Romano de Oriente.
Magistraturas romanas

Roma
Monarquía
República
Imperio
Principado
Dominado
Imperio de Occidente
Imperio de Oriente
Magistrados Ordinarios:
Cónsul
Pretor
Cuestor
Promagistrado
Tribuno militar
Edil
Tribuno de la plebe
Censor
Gobernador
Magistrados Extraordinarios:
Dictador
Magister Equitum
Triumvirato
Decemvero
Oficiales y Títulos:
Máximo Pontífice
Legatus
Dux
Officium
Praefectus
Vicarius
Vigintisexviri
Magistrado Militum
Imperator
Princeps senatus
Emperador
Augusto
César
Tetrarquía
Instituciones y normas:
Asambleas romanas
Senado romano
Constitución Republicana
Derecho Romano
Cursus honorum
Colegiatura
El poder en tiempos de la república era ejercido por una serie de magistrados elegidos por los distintos comicios. Cada magistrado tenía distintas funciones, atribuciones y periodo de ejercicio. De mayor a menor importancia estas magistraturas eran:
Dictador (y su Magister Equitum asociado)
Censor
Cónsul
Pretor
Cuestor
Edil curul
Además existía una magistratura especial reservada exclusivamente a los plebeyos, que no formaba parte del cursus honorum: el tribuno de la plebe, junto con el cargo asociado de Edil plebeyo.
Historia
La Ley del 180 adC determinó la edad para desempeñar una magistratura en Roma. Estableció que era obligatorio desempeñar la pretura antes del consulado y obligaba a un intervalo de dos años intercalados entre cada magistratura. La edad mínima del cónsul era de 42 años, del pretor 39, y de un cuestor 36.
Los cuestores judiciales era el cargo por el que muchos jóvenes empezaban su carrera (cursus honorum) al terminar el servicio militar, que fue fijado en al menos diez años para quien aspirara a las magistraturas, y premisa imprescindible para ingresar en la carrera honorífica.
Todos los ejercientes de magistraturas constituyeron una nueva nobleza (nobilitas) que rendía cuenta normalmente ante las Asambleas que les elegían, pero de hecho rinde sus verdaderas cuentas ante sus iguales, es decir el Senado.

Antigua Roma
Estado de la Antigüedad, surgido de la expansión de la ciudad de Roma y que llegó a abarcar desde Gran Bretaña al desierto del Sáhara y desde la Península Ibérica al Éufrates. En un principio, tras su fundación (según la tradición en 753 a.C.) Roma fue una monarquía etrusca, más tarde (509 a.C.) fue una república latina y en 27 a.C. se convirtió en un imperio.

Historia
Fundación
Otros: Calendario romano, Ab urbe condita
La ciudad de Roma surgió de los asentamientos de tribus latinas que habitaban en las Siete Colinas, en la confluencia entre el río Tíber y la Vía Salaria, a 28 km del mar Tirreno. En este lugar el Tíber tiene una isla donde el río puede ser atravesado a pie. Debido a la proximidad del río y del vado, Roma estaba en una encrucijada de tráfico y comercio.
Alrededor del siglo VIII adC los asentamientos se unificaron en una única unidad política, denominada Roma Quadrata. La leyenda cuenta, que Roma fue fundada por Rómulo el 21 de abril de 753 adC. Rómulo, cuyo nombre se dice habría inspirado el nombre de la ciudad, fue el primero de los siete Reyes de Roma. Los historiadores romanos dataron la fundación en el 753 ADC, y desde esa fecha contaron sus años.
Monarquía
La naciente ciudad-estado es gobernada por un rey (rex) elegido por un consejo de ancianos (senatus). Los reyes míticos o semi-míticos son (en orden cronológico): Rómulo, Numa Pompilio, Tulio Hostilio, Anco Marcio, Lucio Tarquinio Prisco, Servio Tulio y Lucio Tarquinio el Soberbio. El último de ellos, Lucio Tarquinio el Soberbio, fue derrocado en el año 509 adC cuando la República Romana fue establecida.
República romana
La República romana fue establecida el año 509 adC, según los últimos escritos de Tito Livio, cuando el rey fue desterrado, y un sistema de cónsules fue colocado en su lugar. Los cónsules, al principio patricios pero más tarde plebeyos también, eran oficiales electos que ejercían la autoridad ejecutiva, pero tuvieron que luchar contra el senado romano, que creció en tamaño y poder con el establecimiento de la República. En este periodo se fraguarían sus instituciones más características: el senado, las diversas magistraturas, y el ejército.
Los romanos sometieron gradualmente a los ocupantes de la península itálica, la mayoría emparentadas con las tribus itálicas (de origen indo-europeo; como los samnitas...) pero también etruscos. La última amenaza a la hegemonía de Roma en Italia llegó cuando Tarentum, una gran colonia griega, ayudó a Pirro de Epiro en 282 adC.
En la última mitad del siglo III adC, Roma se enfrentó con Cartago en las dos primeras Guerras Púnicas, conquistando Sicilia e Iberia. Después de derrotar Macedonia y la Dinastía Seléucida en el siglo II adC, el naciente estado logra una enorme expansión tanto política como económica, extendiéndose por todo el Mediterráneo.
Mientras, los conflictos entre patricios y plebeyos caracterizaron la pugna política interna durante todo el periodo republicano, sólo paulatinamente lograrán los plebeyos la plena equiparación política (aunque no social).
La expansión trae consigo profundos cambios en la sociedad romana. La inadecuada organización política (pensada para una pequeña ciudad-estado y no para el gran territorio que es ya Roma) se hace patente para algunos, pero todos los intentos de cambio son bloqueados por la ultraconservadora élite senatorial. El enfrentamiento entre las diversas facciones produce en el siglo I adC una crisis institucional, que conducirá a diversas revueltas, revoluciones y guerras civiles...
Imperio romano
Emperador romano
El vencedor ulterior de todas estas guerras civiles, César Augusto, abolirá de facto la república y consolidará un gobierno unipersonal y centralizado de todo el territorio, conocido como Imperio Romano. A partir de este momento, la estabilidad política del imperio quedará ligada al carácter de los emperadores que sucederán a Augusto, alternándose los periodos de paz y prosperidad con las épocas de crisis.
Augusto, que inaugura la dinastía Julio-Claudia, representa el periodo de máximo esplendor del imperio. A esta dinastía, terminada en el año 68 por el infausto Nerón le seguirá el periodo de inestabilidad conocido como el año de los cuatro emperadores, donde se impondrá Vespasiano, que inaugurará la dinastía Flavia, de origen no patricio. Les seguirán del año 96 al 180 los llamados "cinco emperadores buenos" (Nerva, Trajano, Adriano, Antonio Pío y Marco Aurelio), en la considerada "edad de plata" del Imperio.
Septimio Severo comienza el periodo de monarquía militar, y el fin de su estirpe llevará a la anarquía, un largo periodo de luchas intestinas por el poder donde los emperadores, nombrados por sus legiones, se suceden ininterrumpidamente.

Caída del imperio
Diocleciano (284 - 305) emprenderá una gran reorganización del Imperio, instituyendo la Tetrarquía. Su sucesor Constantino I el Grande será el último emperador del imperio unificado, que a partir de su reinado se dividirá en Imperio Romano de Oriente —con sede en Constantinopla— e Imperio Romano de Occidente.
El Imperio Romano de Oriente fue muy rico y avanzado culturalmente.
Constantino también institucionalizará el cristianismo, al hacerlo religión oficial del Imperio.
Las invasiones bárbaras pondrán la puntilla a un moribundo Imperio Occidental, dando paso a la Edad Media. El último emperador de Occidente, Rómulo Augústulo, será depuesto en el 476. El Imperio de Oriente proseguirá su existencia bajo la denominación de Imperio Bizantino hasta la caída de Constantinopla en el año 1453.
Estructura social y política
La primera estructura social y política de los latinos fue la familia: el padre (páter familias), la esposa (unida al padre de familia por el rito sagrado de la torta), los hijos, las esposas de los hijos, los hijos de los hijos, y las hijas no casadas. De la agrupación de algunas familias del mismo tronco, surgieron las gens, y de un conjunto de familias surgieron las tribus.
La familia está formada por los más próximos (agnados), pero a medida que la familia se extiende se forma la gens o raza de un tronco común, integrada por la familia propiamente dicha (adnati) y por los gentiles, todos aquellos procedentes del mismo antepasado.
¿Como se produce la unión de los diversos grupos, sea de gens o de tribus? Cada grupo tiene un punto común de encuentro, generalmente para el culto religioso (aunque no exclusivamente para tal fin), punto que constituye el embrión de las cívitas (ciudades).
La ciudad
La fundación de Roma se atribuye a tres tribus: los Ramnes, los Ticios y los Lúceres. Estos tres grupos fundaron la llamada Roma Quadrata en el Monte Palatino. Otra ciudad fundada por otro u otros grupos en el Quirinal, se unió a la Roma Quadrata, surgiendo así la civitas ('ciudad') llamada Roma.
A los primeros ciudadanos romanos se les llama patricios (o patres), porque o bien son padres de familia (páter familias) o bien son hijos de padres de familia vinculados a la obediencia paterna (los hijos varones no alcanzaban la condición de padre de familia hasta que el padre moría y se independizaban, pero se daba por descontado que alcanzarían esta condición).
Los hijos de los patricios, al cumplir 17 años (más tarde la edad fue rebajándose hasta los 14 años) adquirían la condición de ciudadanos plenos (con tal motivo celebraban una festividad en que dejaban de vestir la toga praetexta propia de los muchachos y se colocaban la toga virilis, propia de los hombres), pero continuaban sujetos a la potestad del padre hasta que este moría.
A los patricios corresponde el derecho pleno de ciudadanía: forman el pueblo y son de entre los habitantes los de clase social más elevada. Sus derechos eran: el sufragio, el desempeño de los cargos públicos políticos o religiosos, el derecho a asignación de tierras públicas, los derechos civiles propios de las gens (tutela, sucesión, potestad, etc.), el derecho de contraer matrimonio con otros miembros de las gens, el derecho de patronato, el derecho de contratación (el único que se extendía también a los no patricios libres) y el derecho a hacer testamento (el conjunto de estos derechos constituía el ius qüiritium o ius cívitatis). Como deberes citaremos: el servicio militar, y el deber de contribuir con ciertos impuestos al sostenimiento del Estado.
Ciudades dependientes de Roma
Iniciada la expansión territorial romana muchas ciudades pasaron a depender de Roma. Cuando una ciudad se sometía a Roma a discreción, sus ciudadanos quedaban con el estatuto jurídico de Dediticios (Dediticius).
Aunque la mayoría de las ciudades sometidas a discreción lo fueron después de la primera guerra púnica, probablemente la institución es anterior.
Roma se reservaba la soberanía eminente sobre estas ciudades, pero les devolvía el usufructo, con excepción del ager publicus. Roma reconoció la autonomía de alguna de estas ciudades pero sus tierras quedaron sometidas al diezmo de la cosecha, y en caso de exenciones, estas se daban a título personal (por ejemplo a los habitantes de una ciudad aunque cultivaran tierras en otra ciudad). El diezmo se pagaba generalmente en especie y el beneficio permitido al recaudador era limitado. Las ciudades sometidas a Roma, con su territorio rural incluido, no tenían derecho a declarar la guerra por su cuenta, pero debían declarar la guerra forzosamente en caso de que Roma lo hiciera. También tenían prohibido hacer convenios de ningún tipo con otros Estados o Ciudades. Además no podían acuñar moneda y eran las monedas romanas las que tenían curso legal en todas estas ciudades. Había varios tipos de ciudades vinculadas a Roma:
Ciudades de derecho romano. Algunas ciudades recibieron el derecho completo de ciudadanía romana (civitas optimo jure), especialmente las antiguas ciudades aliadas de la Liga Latina, las ciudades Sabinas y gran parte de las del País Volsco. Junto a ellas estaban las colonias que disfrutaban del derecho de ciudadanía.
Ciudades latinas. Las ciudades sujetas llamadas Latinas eran las otras ciudades de la Liga Latina que no habían recibido el derecho de ciudadanía, y las colonias de derecho latino (es decir las colonias que no tenían derecho de ciudadanía). Los latinos y los romanos eran iguales en sus relaciones privadas, en los negocios, el comercio y las sucesiones.
Ciudades sin voto. Estaban en tercer lugar las ciudades con derecho de civitas pero sin voto (civitas sine suffragio), que aunque podían llamarse ciudadanos, debían soportar todas las cargas cívicas (reclutamiento militar, impuestos ordinarios, servicios y contribuciones especiales) sin compensación (sin derecho a votar). Estas ciudades estaban administradas para los asuntos judiciales por un Prefecto anual designado por el Pretor de Roma. Su administración civil estaba en manos de sus propios magistrados locales, generalmente de la aristocracia.
Ciudades confederadas no latinas. Finalmente estaban las ciudades confederadas no latinas, cuyos derechos quedaban establecidos por los tratados particulares concertadas con cada una de ellas. Estas ciudades suministran contingentes al ejército en cuantía prefijada de antemano, siendo el equipamiento del contingente a cargo de la ciudad. Igualmente estas ciudades estaban gobernadas por magistrados locales surgidos de la aristocracia.
El rey
Gobierna Roma un rey, representante de la institución monárquica, al que corresponde todo el poder (imperium) y dicta las órdenes (dictador), el cual era elegido entre el pueblo como jefe de una gran familia política (mágister pópuli).
Auxilian al rey los líctores, alguaciles que le precedían en sus actuaciones con el hacha y las varas. En su ausencia los poderes administrativos correspondían a un delegado (praefectus urbis). Si el rey no designaba sucesor los ciudadanos designaban en el interregno, por un periodo de cinco días, a un ínter rex, y después se elegía un nuevo rey, o bien se designaba un nuevo ínter rex por otros cinco días con facultad de designar nuevo jefe.
El senado
Frente al rey se erige la institución del Consejo de Ancianos (senatus) para contrabalancear a la institución real.
Los primeros senadores son los representantes designados por cada gens. Tienen carácter vitalicio. Como el número de gens es invariable (las sucesivas familias surgen siempre de un tronco común y por tanto se integra en alguna de las gens existentes) también es invariable el número de senadores.
No obstante había una excepción: cuando un senador moría el rey estaba facultado para nombrar un sustituto temporal (hasta la designación del sustituto designado por la gens). La costumbre del nombramiento real acabó concediendo al rey la elección de los senadores.
El senado era un órgano meramente consultivo, pero como emanación del pueblo, el rey lo convocaba a menudo y consideraba sus propuestas. Sus reuniones se celebraban en el comitium (foro) en una sala llamada bule.
Divisiones de la población romana: las gens y las curias
La división de la población se hacía desde las gens:
10 gens constituían una curia.
10 curias constituían la cívitas.
El sistema decimal está presente en otros aspectos de la sociedad romana:
Cada gens contribuía con diez soldados de infantería (miles o milicia), uno de caballería (eqües) y un senador.
En las ciudades sometidas por Roma se establecía un Consejo de Cien Ancianos (céntum-viri), cada uno de los cuales era el cabeza de diez casas (diez casas = una gens), de donde surge la denominación de decuriones.
El sistema decimal pues rige en la sociedad romana, aunque, si bien al principio debieron responder a una realidad, con el tiempo derivaron en una mera división teórica: pronto fue inexacto hablar de curias con diez gens al introducirse nuevas familias, que aumentaban el número de gens de las curias existentes y más tardes el número de curias. Tampoco correspondía a cada decurión el mando sobre diez casas. En cambio la aportación al ejército se mantiene básicamente. Así pues, al pasar los años, los números primitivos dejan de corresponderse con la realidad pero se mantiene la tradición y así las gens y familias son aumentadas o divididas por decreto, pero la realidad se impone y la división deja de ser geométrica e inflexible.
Así, cuando el número de senadores quedó fijado en trescientos, no quería decir que existieran sólo trescientas gens, sino que entre todas las existentes (cuyo número podía ser mayor o menor) se designaban únicamente trescientos senadores. Las curias dejaron de ser diez para pasar a un número indeterminado (hasta 30), cuyo conjunto formaba la ciudad. También los 3000 infantes y 300 caballeros que formaban el ejército salían del conjunto, y no considerando cada gens (así unos aportaban más y otros menos). La misma situación se reprodujo en las ciudades sometidas a Roma.
Las curias (diez gens) constituyeron muy pronto la base de la ciudad. Las curias se reunían en una asamblea dirigida por el curio, y en presencia de un sacerdote (flamen curialis). El reclutamiento y los impuestos se hizo desde muy pronto sobre la base de las curias. Los miembros de las curias eran los ciudadanos que votaban, y a las votaciones se las llamaba "comicios curiales", celebrándose las votaciones por separado en cada curia. Normalmente se celebraban comicios el 24 de marzo y 24 de mayo de cada año.
Los comicios
Las decisiones en Roma se adoptaban en los comicios, es decir en las votaciones de las asambleas.
Los comicios más antiguos son los comitia calata, convocados por el rey para solemnizar ciertos actos religiosos.
Los comicios políticos eran aquellos en los que votaba la población organizada en curias (inicialmente una curia eran diez gens). Se convocaban el 24 de marzo y 24 de mayo y cuando el rey lo consideraba conveniente. Decidían sobre la elección de monarca, asuntos políticos importantes y la concesión del derecho de ciudadanía. El convocante presentaba una propuesta y los ciudadanos de la curia con derecho (probablemente un voto por cada padre de familia) la votaban. Cada curia era un voto y se precisaba el de 16 curias (de un total de 30) para la aprobación.
Ciudadanos plenos, honorarios y clientes
Junto a los ciudadanos plenos o patricios —entendiéndose como tales los cabeza de familia (páter familias) y sus hijos varones— estaban los ciudadanos “honorarios”, invitados de otras ciudades que renunciaban a su antigua ciudadanía y aceptaban la ciudadanía honoraria romana. También estaban los clientes de los patricios y los esclavos. El grupo de los clientes estaba formado básicamente por esclavos liberados por sus amos patricios, y que después de su liberación permanecían vinculados (ellos y sus descendientes) a su antiguo amo (y a sus herederos), quien ejercía sobre ellos cierta tutela y proteccionismo paternalista, a cambio de ciertos servicios y lealtades. En este grupo se integraron también algunos extranjeros (habitantes de ciudades derrotadas a los que no se permitía residir en su ciudad pero tampoco habían sido declarados esclavos, y que constituían como un grupo cliente de toda la ciudad de Roma) y exilados sujetos al patronazgo de un patricio.
Instrucción y entrenamiento
Durante cuatro meses los nuevos reclutas eran sometidos a un entrenamiento implacable. Al concluir este periodo los supervivientes ya podían llamarse soldados -milites-. Los que no podían resistir el entrenamiento eran rechazados.
Primero se les enseñaba a desfilar marcando el paso. Luego se les llevaba de marcha, forzándolos al máximo hasta que fueran capaces de recorrer 20 mi romanas -30 km- en cinco horas. Después tendrían que recorrer la misma distancia cargados con todo su equipo, que incluía armas y armaduras, utensilios de cocina, estacas para la empalizada, instrumentos para cavar y provisiones para varios días, pues al final de cada marcha tenían que levantar un campamento con terraplenes y fosos de defensa.
El entrenamiento continuaba hasta que eran capaces de recorrer 24 mi -36 km- en cinco horas. En un principio los legionarios utilizaron bestias de carga y carros para transportar el equipo. Pero el célebre general Cayo Mario impulsor de grandes reformas en el ejército, les obligó a transportar personalmente casi toda la impedimenta necesaria para reducir el tamaño de las caravanas de intendencia (los llamaban "las mulas de Mario"). El equipo completo debía pesar por lo menos 30 kg, y las armas y armaduras más de 20.
Los legionarios realizaban marchas tres veces al mes durante 25 años. Este entrenamiento y capacidad de desplazamiento fue una de las causas por la que el ejército romano fuera tan superior a otros ejércitos. Esto era solo parte de la instrucción, puesto que el programa de entrenamiento también incluía carreras, saltos, equitación y natación. Cuando se consideraba que se encontraba en buena forma física comenzaba la instrucción en el manejo de las armas.
Los reclutas aprendían a atacar a una gruesa estaca clavada en el suelo con una pesada espada de madera y un escudo de mimbre que pesaba el doble que un escudo normal. Se les insistía que golpearan de frente, sin describir arcos con la espada, que pueden evitarse con más facilidad. También se les entrenaba en el lanzamiento de pesadas jabalinas de madera contra las estacas.
Una vez superado este paso, se les consideraban dignos de empuñar armas auténticas forradas de cuero para evitar accidentes, que les deberían de parecer ligerísimos en comparación con las pesadas armas de madera.
Los Efectivos
Una legión estaba formada por diez cohortes de 480 hombres cada una lo que da la cifra de 4.800 hombres en total; eso en teoría, ya que no parece que nunca las legiones estuvieran con sus cuadros completos, ni mucho menos.
Normalmente cada centuria formaba como un cuadro de 10 x 8 hombres. Como la segunda centuria de cada manípulo bajaba para cerrar el hueco, la profundidad de la línea de combate de la legión era de 8 hombres. Puesto que tres eran las líneas que una legión podía presentar, el frente de combate quedaba estructurado como una sucesión de líneas con 8 hombres de profundidad. Recordemos que en Cannas los manípulos formaron con su profundidad doblada, es decir, con 16 hombres; un experimento que costó a los romanos 50.000 muertos. Puesto que el secreto táctico de la legión no era otro que su flexibilidad, la línea de combate con 8 hombres de profundidad era la más racional y la que mejor se adaptaba a esa característica esencial. Pero si había que reducir la profundidad, esa misma flexibilidad operaba el milagro de permitir "adelgazar" las líneas.
El ejército era la comunidad más importante de Roma para la sociedad romana
Clases sociales

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La sociedad romana, como muchas otras sociedades antiguas, se basaba en la desigualdad, y, como en toda sociedad desigual e injusta, la tensión entre las clases y su dialéctica es el motor de su historia y su principal característica.
Las clases que se distinguieron fueron cinco: patricios, plebeyos, esclavos, clientes y libertos. La tensión entre patricios y plebeyos y las rebeliones de los esclavos fueron las más importantes noticias políticas; las tres primeras fueron las clases con mayor actividad política; las otras dos, menos.
Esta organización social no fue estática durante toda la historia de la antigua Roma. Hubo tensiones, cambios, evolución.
En la Monarquía
En los primeros tiempos la desigualdad social se basaba en el nacimiento y en la religión. La sociedad romana presentaba dos grandes tipos de ciudadanos: los libres y los no libres (los esclavos, lat. servi).
Los ciudadanos libres, a su vez, se dividían en privilegiados (los patricios, en lat. patricii) y en no privilegiados.
Los ciudadanos no privilegiados podían ser independientes (los plebeyos, en lat. plebeii) o dependientes (los clientes y los libertos, en lat. liberti).
Patricios
Eran las primeras familias asentadas en Roma y sus descendientes. Cada una pretende descender de un antepasado más o menos divinizado (pater). Los que tienen un mismo pater forman una gens, llevan el mismo apellido (nomen gentilicium) y celebran un mismo culto (sacra gentilicia).
Desde el principio de Roma, los patricios y sus familias constituyen el primer eslabón social. Estos patricios poseían esclavos, probablemente muchas veces en gran número. Los patricios están en la base de la fundación de Roma y, por tanto, son ciudadanos romanos. Tiene la exclusiva de los cargos públicos, y dirigen la vida de Roma.
Más tarde el derecho de ciudadanía se extiende a las llamadas minores gentes, es decir a los que procedentes de otras ciudades o dentro de la misma ciudad sin ser patricios, adquirieron la ciudadanía romana.
Plebeyos
Constituyen la mayor parte de la población (la multitudo), compuesta con latinos vencidos y traídos a Roma a la fuerza, o bien con extranjeros que vienen a vivir a Roma. Son pequeños campesinos, artesanos, comerciantes, obreros: son los que hacen lo fuerte del trabajo. Carecen de derechos, culto y, por lo tanto, familia legal. No tienen acceso a las asambleas políticas. Son meros espectadores.
Clientes
Los clientes eran casi todos antiguos esclavos liberados o sus descendientes, pero también habitantes de ciudades derrotadas y exiliados sujetos a patronazgo de un patricio, a los que se sumaban algunos extranjeros establecidos en Roma con sus familias, sin derecho de ciudadanía, a los que se llamaba los hóspitium.
Voluntariamente se ligan a alguien de una gens para que le dé protección jurídica y ayuda económica: comida y algún dinero (sportula) a cambio de la disponibilidad para ayudarlo en todo lo que precise en tiempo de paz o en tiempo de guerra. El protector era el patronus y las relaciones se regulaban por el ius patronatus. La clientela accedió pronto a los derechos políticos (dándole el voto al patronus) y se alió con los patricios en la lucha contra los plebeyos.
Libertos
Son esclavos que consiguieron la libertad (manumissio). Siguen ligados al amo (dominus) y de él toman los tria nomina (sus tres nombres). Pueden trabajar por su cuenta y, aunque la ley no les legaliza el matrimonio, sus hijos son libres.
La libertad no era fácil de conseguir. Los libertos, que generalmente conseguían la libertad por su valía persona, llegaron a ser individualmente importantes en otras épocas de la historia de Roma (en el Imperio, sobre todo).
Esclavos
Es el destino normal de los presos de guerra. Legalmente, carecían de todo derecho: eran instrumentum vocale ("herramienta que habla"). Hacían gratis los peores trabajos y de por vida. El trato dependía del carácter personal del amo. Llegaron a ser numerosísimos.
En la República
En esta etapa (509-27 a.C.) hubo fuertes tensiones sociales. Puede que de comienzos de la misma sea una reforma social (atribuida por los historiadores antiguos al rey Servio Tulio) consistente en fundar la jerarquía social no en el nacimiento ni en la religión, sino en el dinero y en la demarcación territorial.
La plebe lógicamente crecía más que el patriciado, porque en ella entraban las poblaciones anexionadas por Roma y los extranjeros que venían a vivir a la Urbe. Pero tan gran número de habitantes no se resignaba a estar en la vida pública de comparsa; y tampoco era rentable que ni pagasen impuestos ni fuesen al servicio militar por no ser cives (ciudadanos). Los plebeyos lucharon mucho por su equiparación política con los patricios. Algunos de los pasos que hubieron de dar fueron los siguientes:
Lucha de los plebeyos para conseguir la igualdad de derechos:
-año 494. Huelga general. Los plebeyos se marchan de Roma, al Monte Sacro, ante la negativa de los patricios a la igualdad política. Roma quedó colapsada. Los patricios tuvieron que ceder y pactar. Los plebeyos regresaron con este pacto:
no se perderá la libertad por impago de deudas;
se aceptan como magistrados ordinarios dos 'tribunos de la plebe' (tribuni plebis) con derecho de veto a cualquier actuación del Senado, o de los otros magistrados, que perjudique a la plebe, y con capacidad de acudir legalmente a cualquier plebeyo en apuros. Los tribunos serán después los líderes de todo el movimiento reivindicativo;
se acepta la legalidad de una asamblea exclusivamente plebeya (concilium plebis).
-años 451-449. Ley escrita. Hasta este momento en Roma, los patricios juzgaban cada conflicto conforme a la costumbre y a la tradición oral, lo que daba lugar a muchas irregularidades, porque no había ley escrita. En esta época se redacta el primer código que ocupa 12 tablas (lex XII tabularum) y se promulga a pesar de la resistencia inicial de los patricios. De aquí arrancará la obra jurídica de los romanos que será uno de sus más importantes legados culturales para la humanidad.
-año 448. Canuleio consigue los dos cónsules alternen año a año con dos tribuni militum consulari potestate de los que uno ya puede ser plebeyo, aunque este cargo no da la consideración de consularis (para poder acceder al Senado).
-años 440. Matrimonio legal. La lex Canuleia sanciona el derecho al casamiento entre patricios y plebeyos, que hasta el momento estaba rigurosamente prohibido por orgullo de casta y para vetar el acceso de los plebeyos a la vida política.
-año 409. Cuestura. En este año los plebeyos acceden por primera vez a la magistratura.
-año 367. Consulado. En este año la Ley Licinia admitirá el principio, y en el 342 por primera vez los dos cónsules serán plebeyos.
-años 356, 337 y 300. Se suceden la dictadura, la censura, la pretura y el pontificado (último reducto del patriciado).
-años 287. El Senado reconoce fuerza de ley a las decisiones de las asambleas de la plebe, y admite que estas prevalezcan sobre sus decisiones.
Llegado este momento, se puede decir que plebeyos y patricios tienen igualdad de derechos. Pero quedan las diferencias económicas y religiosas. Patricios y plebeyos ricos se van a entender entre ellos en perjuicio de los plebeyos pobres, los proletarii (cuya única riqueza es su prole, los hijos). La reforma social, que intentaron Tiberio y Caio Graco y por la que fueron asesinados, intentaba ayudar a estos hombres que tenían todos los derechos políticos pero carecían de comida.
Clases sociales en la época republicana tras lo anterior:
-Cives (ciudadanos): patricii (patricios) y plebeii (plebeyos)
-Non cives: liberti (libertos) y servi (siervos)
La ciudadanía romana:
Durante siglos es el título más deseado. Consiste en unos derechos (iura) y unas obligaciones (munera). En esta época abarca:
-ivra pvblica (derechos políticos): ius sufragii (derecho de voto); ius honorum (derecho de ser elegible); ius sacrorum (derecho a tener religión o ser elegible para funciones sacerdotales); ius provocationis (derecho de apelación al pueblo en procesos criminales).
-ivra privata (derechos civiles): ius commercii (derecho de propiedad: comprar, vender, testar...); ius connubii (derecho a contraer matrimonio legal); ius legis actionis (derecho a ejercer acciones judiciales).
-mvnera (obligaciones): census (obligación de inscribirse en el censo periódicamente); militia (obligación de servir en el ejército durante el tiempo previsto); tributum (obligación de pagar los impuestos; hasta el 167 aC).
Adquisición del derecho de ciudadanía (civitas)
-por nacimiento: naciendo de matrimonio legítimo (iustae nuptiae) de un civis; siendo hijo de liberto o extranjero favorecido con la concesión de la ciudadanía (civitatis donatio);
-por concesión legal: v.gr.: por hacer una casa en Roma, o construir un barco capaz para 10000 modios de grano, o por hacer condenar a un magistrado;
-por concesión del estado, representado, para el caso, por los comicios, el general vencedor, las comisiones encargadas de fundar una colonia romana o el emperador.
La constitución de Servio Tulio y las nuevas divisiones de población
Las tribus
El rey Servio Tulio estableció que el servicio al ejército y el pago del tributum (cuando por razones de urgencia se impusiere) no afectaría solo a los ciudadanos personalmente, sino que se tendría en cuenta sus propiedades: todos los ciudadanos que cultivaran un dominio (adsidui) o lo poseen (locupletes), sean o no ciudadanos romanos, están obligados a la prestación del servicio militar. Los designados para cumplir las tareas militares se elegirían entre una nueva división por propiedades. Así los soldados (entre 16 y 60 años) serían distribuidos en cinco clases (classes):
1ª clase: Los que por sus posesiones aportaban una armadura (clássici). Correspondía esta clase a los que poseían un heredium en pleno dominio (la mitad de las tierras romanas correspondían a los heredia poseídos en pleno dominio, mientras la otra mitad se había ido fraccionando por sucesivas particiones hereditarias o por ventas; un heredium era una finca rústica cuya extensión mínima era de veinte yugadas, es decir 5,4 ha, o sea que la medida romana de la yugada era equivalente a 2.700 metros cuadrados). Iban armados con lanza (hasta), yelmo (galea), coraza (lórica), escudo redondo (clípeus) y polainas (ócreae). Esta primera clase debía comprar y mantener un caballo de donde fueron llamados éqüite, es decir caballeros.
2ª clase: Los que poseían tres cuartos de un heredium (o sea al menos 40.500 metros cuadrados).
3ª clase: Los que poseían la mitad de un heredium (al menos 27.000 ).
4ª clase: Los que poseían un cuarto de heredium (al menos 13.500 m²).
5ª clase: Los que poseían un octavo de heredium (al menos 6.750 m²).
El armamento de las clases sucesivas era cada vez más ligero.
Tras las cinco clases estaban los que no poseían nada (cápite censi) que colaboraban en la milicia como carpinteros, herreros, músicos, etcétera.
Por cada 80 soldados de 1ª clase, debían salir 20 de clase 2ª, 20 de clase 3ª, 20 de clase 4ª y 28 de clase 5ª.
Los soldados eran movilizados para la campaña, y terminada esta eran licenciados. En cambio los caballeros permanecían en el ejército de forma continuada, y sus integrantes salían de las familias de ciudadanos con mayor riqueza.
Las diversas clases formaban la población susceptible de actuar militarmente y se reunían en asamblea, en los llamados comicios centuriados (comitia centuriata).
A fin de facilitar las levas la constitución de Servio Tulio dividió la ciudad en cuatro circunscripciones territoriales llamadas tribus, cada una con una población similar.
Los soldados fueron divididos en dos categorías: los jóvenes (iúniores) entre 16 y 25 años; y los veteranos (séniores), de más de 25 años.
Se estructuraban en Legiones, formando una legión 3.000 soldados (classes) y 1.200 auxiliares (vélites). Las legiones operaban en formaciones constituidas por filas de soldados: las cuatro primeras filas estaban integradas por soldados con armadura completa (hóplites u hoplitas). Una legión (4.200 hombres) se dividía en centurias (hasta un total de 42). Casi la mitad de los hombres de una legión disponían de armadura completa (el número de hoplitas era de 2.000 por cada legión). Otros mil hombres eran soldados de 2ª y 3ª clase. El resto, los auxiliares (velites) eran soldados de 4ª clase (en número de 500) y de 5ª clase (en número de 700). En una legión había 1.050 hombres de cada una de las cuatro tribus en que se dividía la ciudad; y en las centurias, cada tribu aportaba 25 hombres.
En esta época Roma disponía normalmente de cuatro legiones (dos de ellas en campaña y dos de guarnición). Cada legión contaba con trescientos caballeros.
Todo lo que los soldados ganaran en la lucha, fueran muebles o inmuebles, pasaba al Estado romano.
El censo
Este sistema de reclutamiento en razón de los bienes poseídos, hizo necesario establecer un censo de propiedades y transmisiones, que se revisaba cada cuatro años. Un efecto inmediato fue el de dividir a la sociedad romana: a la división ya existente entre patricios y plebeyos, se añadía ahora la división entre propietarios (los que tienen tierra, sean ciudadanos o no) y proletarios (es decir los que crían hijos, mayoritariamente plebeyos, pero también con algunos ciudadanos arruinados o desposeídos por sucesivas particiones). El censo se hacía cada cuatro años. Al año siguiente se hacían sacrificios (lustrum) y los encargados del censo o censores renunciaban a sus cargos.
La justicia
El censo se creo en el año 212 adC.
La jurisdicción se concentra en la ciudad, y en la fase monárquica en el Rey, que tiene su “tribunal” y ordena (jus o ius) en los días establecidos (díes fasti) sentándose en la llamada "silla curul" (sella curulis) auxiliado por los alguaciles (líctores), y frente a las partes litigantes (rei).
Algunos delitos tienen jueces especiales:
Los duoviri perduellionis para la insurrección.
Los quaestores paricidii para el asesinato.
Unos funcionarios especiales, llamados los tres viri nocturni se ocupan de las cuestiones relacionadas con incendios nocturnos, policía de seguridad y vigilancia de ejecuciones.
La tortura sólo puede aplicarse a los esclavos.
La detención preventiva es la norma general.
La pena capital era aplicable a quien alterara la paz pública, y por otros delitos. Tenía varias formas:
A los testigos falsos se les arrojaba desde una altura (La Roca Tarpeya) era el destino de los traidores.
A los ladrones de mieses se les colgaba.
A los incendiarios se les quemaba vivos.
Existía el derecho de recurso (provocatio). El indulto correspondía al pueblo.
Se daban además algunos tipos especiales de indultos:
El que se arrodillaba ante un sacerdote de Júpiter no podía ser apaleado en veinticuatro horas.
El que entraba encadenado en su propia casa debía ser desatado.
El criminal que al dirigirse a una ejecución se tropezaba con una vestal (virgen, especie de sacerdotisa), era perdonado.
Las penas aplicadas más frecuentemente eran las multas (pagadas con la entrega de bueyes u ovejas) y el apaleamiento.
Los juicios civiles eran juzgados por el rey o por un comisario designado por este. La reparación se verificaba a menudo por vía de transacción, y si no había acuerdo la pena (poena) era fijada por el juzgador.
En caso de robo el ladrón podía pagar una reparación satisfactoria. Si no podía o era irreparable el ladrón se convertía en esclavo del robado. En los casos de injurias se concertaba una indemnización. En los casos de lesiones podía reclamarse el Talión (es decir provocar el mismo daño).
La propiedad y los contratos
Según el derecho romano la propiedad, fuera mueble o inmueble, era esencialmente transmisible entre vivos (inter vivos) o a causa de muerte (mortis causa).
En las transmisiones por causa de muerte la herencia recaía por partes iguales sobre todos los hijos, y una parte igual a la de cada hijo para la viuda. Un hijo no podía ser desheredado arbitrariamente. Por ello los testamentos se hacían con consentimiento del pueblo. Sólo el voto popular podía autorizar al testador a que no dejara la herencia en partes iguales para sus hijos y cónyuge. Pero más adelante se estableció la posibilidad del fideicomiso consistente en la transferencia de las propiedades a un tercero para que este las distribuyera, a la muerte del testador, conforme a la voluntad que este le hubiera expresado.
La propiedad no estaba sujeta a más limitaciones que las servidumbres impuestas (derecho de paso, de pasto, etc...). En caso de deuda la propiedad era entregada en prenda al acreedor que debía administrarla como propia pero bajo palabra de no poder enajenar hasta cumplido (fiducia) el plazo fijado para la devolución del importe de la deuda; si el importe era devuelto, el acreedor debía devolver la propiedad, pero si no la adquiría en plenitud.
Los contratos con el Estado se conciertan por obligaciones de los ciudadanos y podían tener fiadores (praévides). El contrato de esponsales (un padre promete a su hija en matrimonio) en caso de ser incumplido, supone una indemnización a pagar por el padre.
La "venta" (mancipatio) se realiza con entrega del bien y el precio simultáneamente y ante testigos, y entonces es perfecta. Si no se cumplían los términos acordados el infractor debía satisfacer a la otra parte lo mismo que si hubiera hurtado la cosa.
El préstamo es también la entrega de una suma ante testigos y la obligación (néxum) de quien lo recibe de devolver el capital más los interéses (que en general eran un 10% anual). Si la deuda era con el Estado y el deudor incumplía, sus bienes eran vendidos. Si la deuda era a un particular, la reclamación de este (vindiciae) debía ser examinada previamente.
Cada litigio examinado exigía un deposito previo (sacramentum) que perdía la parte condenada y era equivalente al 20% del valor del litigio. El depósito era adjudicado a los sacerdotes para sacrificios públicos. La parte perdedora tenía treinta días para el pago de la prestación o de la deuda reclamada; si no lo hacía, se pasaba a la vía de ejecución y se le obligaba a pagar salvo que aportara nuevos testigos que justificaran su derecho (víndex).
Si se obstinaba en no pagar o no podía hacerlo, se convertía en esclavo, pero durante un periodo de sesenta días la sentencia quedaba en suspenso por si alguien se compadecía de él y pagaba la deuda, en cuyo caso quedaba libre. Si nadie se compadecía y pagaba, el vencedor del juicio lo recibía en propiedad, y podía matarlo, venderlo como esclavo en el extranjero o guardarlo para sí (en tal caso, al pasar a ser esclavo, esta condición se transmitía a sus descendientes), pero siempre para usarlo fuera de los muros de Roma. Más tarde desapareció el paso a la esclavitud en favor del acreedor, y aquel que no podía o no quería pagar era encarcelado en las llamadas lautúmiae ('cárceles').
El Estado ejercía la tutela de los menores y de los incapaces.
Los esclavos podían ser manumitidos, esto es liberados. La liberación podía ser privada (en cuyo caso el amo tenía derecho a retractarse y recobrar al esclavo), o pública (en cuyo caso era perpetua e irrevocable).
Cultura
Provincias romanas
Todo territorio anexionado se convertía en provincia y era confiado a un pretor o a un promagistrado.
Sicilia (227 adC).
Córcega-Cerdeña (227 adC).
África : África Vetus o Proconsular (146 adC). África Nova (46 adC).
Hispania: (Citerior y Ulterior) (197 adC).
Galia: (Galia Narbonense (120 adC) y Comata (50 adC)).
Grecia: (Macedonia (148 adC) e Iliria (60 adC)).
Asia: (Asia (129 adC), Cilicia (101 adC), Bitinia (74 adC), Ponto (63 adC), Siria (63), Chipre (58 adC).
Cirenaica - (74 adC).
Egipto - (30 adC).

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